Reforma Judicial en el Estado de México
Estamos en una época en la que la violencia nos ha rebasado o al menos eso es lo que algunos pensamos, es ya cotidiano leer y escuchar noticias de hechos violentos en todo el mundo.
Lamentablemente, esto no sólo es producto de manifestaciones de personas que pelean sus derechos o lo que ellos creen que lo son. Es preocupante observar que muchas personas comienzan el día con una actitud violenta hacia los demás, desde temprano conducen su auto como si fueran en una competencia con el resto de las personas, no ceden el paso, se enojan y gritan groserías.
Hoy fui a comprar algunas cosas al mercado y de pronto un señor llegó al puesto y con una actitud muy grosera reclamó a la vendedora no haber metido en la diminuta bolsa de plástico que llevaba en su mano los chícharos que había comprado, una vez que la señorita se disculpó con él por su omisión, el señor lejos de aceptar la disculpa se dirigió a la chica con malas palabras porque había tenido que caminar mucho.
Y así estoy segura que ustedes lectores podrían enumerar muchos sucesos que incluso han llegado a desencadenar verdaderas tragedias, como aquellos casos en los que por haber tocado el claxon el auto de atrás, les han arrebatado la vida. A nuestro alrededor las personas se están volviendo cada vez más intolerantes.
Ante estos comportamientos, me parece que los seres humanos se están olvidando de trabajar su espiritualidad, y no me refiero a temas relacionados con una creencia religiosa, sino a la definición que nos comparten Mytko y Knight en “conjunto de sentimientos que conectan al individuo consigo mismo, con la comunidad, con la naturaleza o el propósito de vida, la búsqueda de su significado y valor, incluyendo un estado de paz y armonía”.
Es así, hoy en día las personas se han dejado llevar por su enojo ante los acontecimientos que muestran los medios de comunicación o las presiones del día a día, no son capaces de detenerse a reflexionar sobre lo que han dejado de hacer por mejorar su propio entorno, sino que sólo critican y señalan lo que hacen mal o dejan de hacer los demás.
Queridos lectores, trabajar la espiritualidad no sólo nos llevará a conectarnos con nosotros mismos y darnos cuenta del potencial que llevamos dentro para hacer frente a la adversidad y a los tiempos violentos, también nos conduce a aprender algunas estrategias para mejorar nuestra relación con los demás y por ende a crecer y evolucionar cada día.
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