Crece incidencia de nacimientos prematuros en México
TOLUCA, Edomex, 16 de junio de 2015.- ¿Cómo huele la muerte en el aliento de un asesino serial de mujeres? ¿Cómo es el cuerpo propio cuando éste repugna y duele tanto que se quiere huir de él? ¿Cómo retumba la risa de un funcionario dedicado a procurar justicia cuando se tiembla en una agencia del Ministerio Público a la espera de contar que una debería estar muerta?
En 2012, el periodista Humberto Padgett platicó con Jazmín, única sobreviviente de un feminicida que también violó y luego asesinó a otras siete jóvenes mujeres en la tierra del Presidente Enrique Peña Nieto.
Su relato se presenta transcrito y apenas corregido, presentado en primera persona. Ella, Jazmín –pseudónimo solicitado por la joven que habla–, es quien dice cómo se regresa de la muerte en el Estado de México.
Naucalpan, Estado de México, 16 de junio (SinEmbargo).– En realidad, no pasó mucho tiempo para que todo sucediera después de que subí al microbús. Era muy temprano, por la mañana, antes de que saliera el sol. Yo iba hacia el trabajo e hice la parada del camión.
Estaba sola y me sentí incómoda pero sólo porque no me gustaba estar sola y que afuera todo estuviera oscuro. Eran entre las cinco y las seis de la mañana.
Se puede pensar que un hombre con estas características tiene la palabra violencia escrita en la cara.
–¿Había razones para que descubriera, que anticipara que yo… que mi vida estaba en riesgo al momento de subir al microbús?
–No.
Lo único que vi es que él parecía dormido. Se veía desvelado. Recuerdo sus ojos enrojecidos, algo imbécil en su mirada. Quizá estaba drogado. No lo sé.
No sé si lo empiezo a asimilar y lo pienso bien y me trato de acercar a ese momento en que lo vi y me siento segura de que no, de que no hubo ningún motivo o razón para que yo pensara que ese hombre es malo y que tenía la intención de hacerme algo, de destruirme, de asesinarme.
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