Libros de ayer y hoy
Por: Mtra. en Psic. Cony Morelos “EL DIVÁN DE CONY”
Por varias razones sociales, políticas, económicas e individuales, la escuela ha dejado de ser un lugar seguro. Es urgente que se tomen medidas y generen acciones que garanticen a nuestros estudiantes escuelas seguras. Espacios en los que los padres tengan la garantía de que sus hijos estarán a salvo, y no me refiero solamente a casos aislados en los que un desequilibrado mental, ingresa a una institución educativa y agrede al personal o a los alumnos, sino a esos miles de casos, en los que los agresores son los compañeritos de banca o de escuela de sus hijos, que ya sea solos o con su grupo de “seguidores”, todos los días llevan a cabo un comportamiento de agresión, hostigamiento, abuso físico, mental o psicológico hacia su víctima.
El bullying hoy en día, no discrimina, es decir; se da de igual manera en centros escolares particulares como en públicos, lo cual nos corrobora que no es un asunto de estratos sociales, sino que más bien es un gran problema que se debe estudiar y trabajar desde todas sus vertientes. El bullying es en realidad una radiografía de cómo está nuestra sociedad: intolerancia, injusticia, violencia y desacuerdos.
Y cómo no va a ser, si todos los días abundan las noticias acerca de conflictos, riñas de toda índole, marchas por desacuerdos e injusticias en donde los personajes involucrados son, en su mayoría, adultos. Francamente, si reflexionamos, aceptaríamos que el problema no está en esos pequeños agresores y víctimas, ellos son sólo un reflejo de cómo es que observan y perciben las situaciones de la vida.
Así pues, estos pequeños agresores y víctimas, están siendo criados y formados por adultos, por una parte, sus padres llevan a cabo la crianza, enseñanza de valores, derechos y obligaciones que tienen las personas en todos los espacios en los que se van a involucrar durante la vida, incluyendo la escuela y por otro lado, están sus profesores, encargados precisamente de su formación académica y reforzamiento de comportamientos y conductas, basados en valores sociales que les den elementos suficientes para que puedan incorporarse y desenvolverse dentro de la sociedad de manera adecuada.
Por tanto, los primeros aprendizajes, estos que sirven de modelo para todos los seres humanos, se reciben en casa. El papel de la escuela, además de enriquecer el conocimiento de sus alumnos, es ayudar a poner en práctica ese aprendizaje social asertivo, a través de trabajo en equipo y participación en situaciones cívicas en las que los alumnos reforzarán los aprendizajes sociales recibidos en casa.
Hace unos días, los maestros del Estado de México, fueron invitados a participar a un mega taller y no lo digo por los contenidos, sino por el número de participantes (más de 500), cuyo propósito fue conocer un programa antibullying denominado “ZERO”, que no es otra cosa más que la UTOPIA de que las escuelas sean más estrictas en sus normas y de manera radical, establezcan que el bullying no se acepta. Dicen que si esto se hiciera, no habría cabida para este tipo de niños y si se lleva a cabo de manera constante funciona. Agregan que en Noruega ha dado resultado, y si utilicé la palabra UTOPÍA no es porque en las escuelas no haya el interés de acabar con este problema, pero me pregunto, qué pasaría si en una escuela pública de nuestro País, por ejemplo, se le negara la asistencia a un niño agresor hasta que arregle su situación, ¿no sería motivo suficiente para que se le acusara a la directora de discriminación, porque le está negando la educación?
Aún no sabemos si va a funcionar o no, es más, ni siquiera si se llevará a cabo dicho proyecto. Lo que me queda claro es que el problema no se puede erradicar en las escuelas, porque su raíz está en casa. Mientras sigan existiendo familias disfuncionales en las que la violencia, agresión física, verbal y psicológica es el pan de cada día, mientras haya familias en las que no es importante que sus hijos cumplan las reglas mínimas de respeto, mientras haya padres de familia que no les marcan límites a sus hijos, mientras siga habiendo padres que no han sabido encausar a sus hijos para que primero los respeten a ellos y luego aprendan a respetar a los demás, mientras siga habiendo discriminación y marginación hacia las diferencias, mientras haya padres de familia que se preocupan más por cubrir las necesidades materiales que por saber qué están haciendo sus hijos en su ausencia, difícilmente podremos hablar de erradicar el bullying.
Para terminar esta reflexión, invito a los padres y profesores a trabajar juntos, ésta es la única manera de poder terminar con este problema o al menos, disminuir los índices dentro de las escuelas, lugar en donde se están educando los futuros profesionistas, pero también quizás, ¿los futuros delincuentes?
Regálame tus comentarios y sugerencias a [email protected] o twitter @eldivandecony