
El reverso de la moneda
La izquierda no aprende de su pasado histórico. En esta elección del 2015 llegó fracturada, debilitada y esto ayudó a Enrique Peña Nieto y al PRI a ser mayoría en la cámara de diputados, para no tener aposición a sus proyectos y propuestas legislativas.
El mejor aliado de Enrique Peña Nieto fue Andrés Manuel López Obrador, quien con su partido Morena, logró que la izquierda mexicana no llegara unificada en estos comicios intermedios del 2015.
Morena se jaló, por así decirlo, parte importante de la estructura política del PRD, con lo que hizo base social y tuvo su propio crecimiento en estos comicios recién pasados.
Por ello, la Ciudad de México gobernada por la izquierda desde 1997, quedó dividida en estas elecciones del 2015, en dos izquierdas, la de «Los Chuchos» y la de López Obrador con Morena.
Antes, la mayoría de las delegaciones eran color amarillo y en la asamblea legislativa, estaba dominada por el partido del sol azteca, ahora, 11 delegaciones están divididas en PRD y Morena, pero el PAN creció en dos delegaciones y el PRI, tres delegaciones.
Es decir, otra vez López Obrador debilitó a la izquierda, pues le quitó las delegaciones Azcapotzalco, Tláhuac, Tlalpan, Xochimilco y Cuauhtémoc.
El PRD capitalino se quedó con Coyoacán, Gustavo A. Madero, Iztacalco, Iztapalapa, Álvaro Obregón y Venustiano Carranza.
Pero López Obrador no sólo le quitó cinco delegaciones al antes poderoso PRD, sino también le abrió la puerta al PRI para quedarse con tres delegaciones: Cuajimalapa, Magdalena Contreras y Milpa Alta; mientras que el PAN se quedó con Benito Juárez y Miguel Hidalgo.
Por ello, Carlos Navarrete, presidente nacional del PRD, se aferró al triunfo perredista en Nezahualcóyotl, donde por el buen gobierno de Juan Zepeda Hernández, se quedaron con los cinco distritos locales y cuatro federales, así como de la alcaldía.
Nezahualcóyotl es el bastión más fuerte del perredismo en todo el país, ante la fractura de la izquierda en la Ciudad de México.
Pero insisto, si la izquierda mexicana recordara su pasado histórico, sería una fuerza importante y vencería al PRI en cualquier escenario.
Los líderes de izquierda olvidaron pronto que en 1976, Valentín Campa Salazar, del Partido Comunista, se lanzó como candidato independiente a la presidencia de la República y que ganó miles de votos, pero como no contaba con registro, no le reconocieron su avance democrático, pero si abrió las puertas para que fuera reconocido como partido político.
En el proceso electoral de 1979, se unificaron diversas organizaciones políticas y constituyeron al Partido Socialista unifico de México (PSuM) y posteriormente al Partido Mexicano Socialista (PMS) quien para 1988 postuló a Heberto Castillo como candidato presidencial, mismo que declinó a favor del Cuauhtémoc Cárdenas después de que rompiera con PRI y junto con las fuerzas de izquierda conformaron el Frente Democrático Nacional (FDN).
Después del fraude electoral donde resultó electo Carlos Salinas de Gortari como presidente de la República, el FDN intentó constituirse como partido político, sin embargo, se le negó el registro; el PMS cedió su registro y así surgió el Partido de la Revolución Democrática (PRD), heredero de las luchas e ideales comunistas de antaño, cuentan los historiadores.
Pero las ambiciones personales como las de Andres Manuel López Obrador dieron al traste con esa unificación y los resultados están a la vista. Una izquierda súper dividida.
De acuerdo a los resultados del Prep del Instituto Nacional de Electores (INE), el PRI tuvo más de 10 millones de electores, el PAN, más de 7 millones; el PRD casi cuatro millones y Morena, se quedó con más de 3 millones de votos.
Sí la llamada izquierda mexicana se hubiera aliado también con el Partido Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo, su resultado electoral sería histórico: Más de 10 millones de electores en todo el país.
El PRI con sus aliados, PVEM y Nueva Alianza, tendrían más de 14 millones de electores.
Carlos Navarrete ya lo dijo, tendrán que hacer acuerdos con otros partidos para tener fuerza política en el legislativo, aunque en la mayoría de los casos, serán aplastados en las votaciones de sesiones.
Su mejor aliado en el congreso no será Morena, sino el PAN. Al tiempo.
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Sí la izquierda estuviera unida en este proceso electoral, en este momento serían triunfadores en muchos municipios, pero la ambición personal pudo más que un proyecto de país.
Y recuerde amigo lector, que fue Andrés Manuel López Obrador, quien en la elección del 2011 en el Estado de México, ayudó a Eruviel Ávila Villegas y al PRI a ganar la gubernatura, cuando realizó su famosa gira de «la lealtad» por el territorio mexiquense, oponiéndose abiertamente a que los partidos PRD, Movimiento Ciudadano y PT se unieran con el PAN para presentar candidato único al gobierno del estado mexiquense.
El PRD tenía la propuesta de hacer una alianza electoral con el PAN en aquella ocasión, López Obrador se «montó en su macho» y dijo no, además, amenazó con que sí el PRD hacia ese acuerdo, se «quedaría con el cascarón», ya que le quitaría sus bases.
Incluso, impuso como candidato a Alejandro Encinas Rodriguez, del PRD, Convergencia y PT, al gobierno del Estado de México, con el pretexto de que era «texcocano», pero la verdad, su lugar de residencia era el Distrito Federal.
Eruviel, en la elección del 2011, llegó con facilidad al gobierno del Estado de México, gracias a esa postura de López Obrador.
Pero la izquierda no aprende y olvida pronto, así que en la elección del 2018, irá otra vez dividida. Andrés Manuel López Obrador, será candidato de Morena a la presidencia de la República y tal vez, Miguel Ángel Mancera, por el PRD, con lo que le ayudarán al candidato del PRI a llegar a la silla presidencial.
Las divisiones de la izquierda, han surgido porque Andrés Manuel López Obrador ha buscado imponer a sus candidato o imponerse el mismo como tal, y cuando las dirigencias perredistas no lo aceptaron, como los niños «tomó sus canicas y se fue» conformando Morena, y apoyando así el dominio del PRI, partido y dirigencias tan criticadas en sus discursos, pero que han aumentado sus gobierno y dominio en los congresos gracias «al Peje».
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