Balazos en el pie
Hay personas que nos enseñan lo sagrado en un abrazo y a sonreír con sólo recordarlas, seres de los que aprendemos que el beso sucede también en las ausencias, con el aliento al sólo pronunciar sus nombres, aquellos que no podrán morir, que son inmortales mientras habiten en nuestro sueño; esto es porque son seres humanos que andan por la vida siendo ellos mismos, haciendo ver lo que es el milagro de estar en este mundo, lo que vale la pena, digo hombres o mujeres que inspiran a los ángeles cansados y despiertan de la inercia al vuelo sagrado que lleva el latido de lo cierto.
Digo esto porque mientras los explotados ordenados en su mediocridad e ignorancia trabajan día y noche para justificar el fin del mundo, hay otros que luchan por construirlo, para que la creación sea de una buena vez, ahora, no mañana, para que esta novela de tragedias se convierta en belleza. Yo estoy de acuerdo en la esperanza de que los jóvenes pueden cambiar el mundo, nada más que hay que ver si es para mejor o para peor. El reto está en darles una educación absolutamente distinta a la que hoy se les da.
Mientras tanto, vemos claramente a cada quien en su lugar: cómo habitan en esta realidad los profetas de la queja, del miedo y de la mortandad, los profesionales del ruido y los políticos que nunca alarman a la gente porque no quieren ser antipopulares. Los creadores de música, los traficantes de armas y los pacifistas, los que someten con el hambre y los que fundan ollas populares para los hambrientos, los que sólo sueñan con ser millonarios sin importar los cadáveres ni las sangre a derramar, y los que son ricos con las manos vacías y el corazón de oro.
También son parte de este carnaval los que en los medios masivos difunden a los esclavos de un sistema depredador, así vemos promover sólo lo que se vende, aunque esto sean desechos envueltos en regalo.
Uno puede jugar a muchas cosas, pero la sola intimidad no sirve, no hay que disfrazar lo que se siente, porque eso es enfermar al espíritu y por lo tanto no habrá un mensaje que valga la pena, sencillamente lo que hay que decir.
No hay día en que la nota roja no haga hablar a la muerte en vivo y en directo o si salen libros o discos que alteren la digestión, todo sea rosa bajo los efectos de la inmensa droga oficial que anestesia a la masa: así no se puede apreciar la vida más que desde la prisión de una mediocridad donde todos hablan de lo mismo, engordados con basura del sistema.
Todo esto me conduce a la poesía, yo estoy convencido de que el arte en general es un arma en contra de ese veneno de la estupidez condicionada que algunos llaman realidad, y que un poeta como Horacio Castillo puede decirla de otra manera: “Un árbol azul ordena el universo. Sus hojas destilan sobre la tierra lluvia o miel, y nace alrededor un espacio indeleble, la zona donde duerme el pájaro real”. (P.S.A.)