Avances contra la corrupción
Lucas sabe que la vida, en esta realidad, en este mundo, está llena de peligros, que cuando algún conocido muere se sorprende del suceso, pero al mismo tiempo se dice que: más bien es un milagro seguir vivo, de esto deberíamos asombrarnos más.
Por lo mismo Lucas habla del gozo y de los placeres, cuando tiene ganas, porque como cualquier persona normal, Lucas padece los bajones que lo dejan siete metros bajo tierra. Entonces, además siente que debe aceptar las penas, lo cual significa romper el límite del azar, erradicar el miedo respecto al “más allá”.
Ante la violencia desenfrenada , las dudas sobre el destino de la civilización y las profecías apocalípticas, Lucas siente una urgencia por vivir plenamente, cuya impaciencia supera cualquier terror de castigo, tanto el que plantean las religiones tradicionales, así como las poderosas, olvidadas leyes del hombre.
Lucas siente que los alimentos terrestres han sido elegidos por sobre cualquier maldición divina, ¿es un autoengaño que rechaza el chantaje de la factura entre felicidad aquí abajo y desgracias en el más allá? Se contesta a sí mismo: la muerte para todos, así tengas cien años, llega demasiado pronto, sin embargo, la amenaza de un castigo eterno es cada vez menos perceptible, cuando la existencia aquí se ofrece cada instante con infinitas promesas.
Lucas recuerda: ¿acaso el momento de felicidad no alcanza a su manera otra eternidad verdadera, la de la plenitud que asciende a lo absoluto?
En estos tiempos de voracidad económica, satanizar la búsqueda del “ser” y los deseos en la conducta humana, es arrojar el descrédito sobre un conocimiento que tiene su propio principio y su propia realización: saber vivir bien y no limitarse sólo a vivir, no tiene que ver con ningún tipo de “pecado”, sería más bien una actitud re-evolucionada.
Lucas sigue conjeturando, como si estuviese rodeado de cuatro o cinco personas: la peor amnesia es el olvido de sí mismo como fuente del saber. Y para no seguir en la ignorancia hay que nacer de nuevo, aquí mismo, pero con otra conciencia; el decir a nivel popular que una mujer “dio a luz”, tiene mucho significado, lo podemos relacionar al humanismo clásico quien ha expresado que el pensamiento y el diálogo le dan nacimiento a un ser humano, de esta manera, desde Sócrates, hasta nuestros días, un buen maestro es un partero de conciencias.
Y Lucas se extiende ya inspirado, sorprendido por su propio vuelo: el miedo a la muerte, al castigo sobrenatural, al dolor y las vanas agitaciones del alma, privan al ser humano de la serenidad que constituye el placer de vivir, de esta manera es necesario mover las facultades del pensamiento para liberarlos, la poesía encuentra allí una de las razones de ser: vale la pena existir cuando el placer permite disfrutar su presencia.
En este sentido, hablar del gozo aquí y ahora, como fuente del conocimiento, tiene que ir acompañado de una ética de la felicidad, claro, sin demonizar los deseos ni los placeres: vivir la propia vida con una filosofía alegre, sin mayores complejidades, libera al hombre de todos las dudas del porvenir, los griegos hablaban de hedonismo, el placer (hedoné) que se convertía tanto en una forma de ser, como en un arte de vivir, y chan chan, final del tango.