
Deportaciones forzadas “Made in USA”
Lucas, nostálgico por la muerte de su amiga Margarita García Luna, escritora y cronista de la ciudad de Toluca, recuerda una frase del poeta argentino Miguel Ángel Bustos quien escribió: “La única verdad que poseo es mi muerte, la única mentira, mi vida”, en términos personales es muy acertada, porque ¿hasta qué punto sabemos que nuestra vida es sólo una ficción, un sueño?, como dijeron los budistas y los poetas, lo aceptemos o no, la muerte es la única certeza del futuro.
En el caso de Margarita, piensa Lucas, ella fue tan coherente que el despliegue vital de su existencia fue amar y registrar los acontecimientos históricos de la ciudad de Toluca; siente, y con razón, que ella fue la memoria viva de la identidad de los toluqueños, no tan solo como cronista, sino como una promotora de la cultura.
Lucas conoció a Margarita García Luna, a principios de los ochentas, y le sorprendió cómo ella ya había leído sus libros y hasta tenía un punto de vista literario sobre la obra. Desde ese entonces, hasta ahora habían tenido una amistad en común con otras amigas, con las que frecuentemente Lucas se reunía a comer y hablar de cultura y poesía.
Y cuando la cultura es vida y es destino, escribe Lucas, como en el caso de Margarita, se debe preservar y continuar el trayecto testimonial que dejó, en este caso del humanismo. Por lo general, hay una amnesia respecto a la tarea que realizan los artistas y los historiadores en la ciudad, como sabemos, vivimos envueltos en la trampa de la información política, o en todo lo que sea mediático y pueda dejar ganancias, muy lejos del espíritu que aliente a preservar lo valioso del pensamiento, su belleza y su armonía, es decir la dignidad del arte y de las personas: “Hemos cambiado nuestro destino de dioses por un destino de mercaderes”.
Qué difícil es escribir sobre los amigos que han partido, piensa Lucas, hay una responsabilidad mayor en continuar con el reto de humanizar los días, como lo hizo Margarita, que tenía para todos una sonrisa y el conocimiento, qué mejor ofrenda de un ser humano íntegro, de una mujer entregada a la investigación y a la divulgación de rincones, historias, cronologías de la ciudad.
Lucas escribe una posdata a Margarita García Luna: Amiga, ahora que has partido, como lo veíamos, se acrecienta aún más que el ser humano está escindido, partido, desgarrado, pero nunca sabremos las dimensiones ni la geografía de dicho desgarro, por eso prefiero que la palabra esté más cerca de la sangre que de las palabras huecas, de esas palabras que son siempre las mismas. No, yo quiero que las palabras que dejaste escritas se abran como un sol dentro de la cabeza de los que te lean, así dependerá de los toluqueños que sepan armarlas unas a otras, amarlas, para reconstruir la identidad y el humanismo que buscaste. Sólo así, aparecerá el nuevo sentido, lo poético de la historia, y sí, aunque tengamos que saltar mil veces al vacío, hasta darnos cuenta que en ese vacío está la ciudad llena de ti, de tu pensamiento y de tu amor a sus calles: es tiempo de hablar. Descansa en paz Margarita. (P.S.A.)