Balazos en el pie
-Lucas, me parece que pensar es un oficio que no sirve para nada en una sociedad hecha para lo inmediato, de manera espontánea, instintiva, voraz.
-Sí, Cacho, hay mucho de razón en lo que decís, pero entre las actividades de la conciencia, el pensamiento es lo único que verdaderamente le da sentido a la vida, se distancia de ella para poder comprenderla, pero también para olvidarse de sus obsesiones. Por ejemplo, esa paloma que se abandona a sus alas ve que el cielo se abre, así la memoria se libera de las cosas que pesaban sobre ella. Atraído por las alturas que dominan, el pensamiento se aventura y el conocimiento alejado de las pequeñeces de la experiencia, se anuncia como una promesa de libertad. La paloma vuela cada vez más alto y el cielo sin orillas se ha convertido en su elemento, lejos hacia abajo, las cosas diluyen sus formas, pero esas alas que baten el aire y ascienden o se abandonan guardan el tesoro sensible de la tierra.
-Maestro, Lucas, de alguna manera es fugarse de la realidad inmediata, para traer otras ideas o ver más claro a la distancia…
-Sí Cacho, el vuelo une la tierra y el cielo, se trasciende una realidad para inventar lo imposible. Esto significa atreverse a tener un ideal, así como sucede en el plano social y político, porque la estulticia actual es el resultado de una pasividad anterior, el silencio ante la injusticia, la falta de vuelo.
Te digo más, cuando la esclavitud estaba en su apogeo, parecía insuperable, se fortaleció con actitudes, la propia realidad parecía actuar para que se perpetuara, era la resignación de las víctimas, un sistema de normas con ventaja para los amos, una sacralización de la dependencia, eran obstáculos para cualquier replanteo y hacía que se creyera natural la relación de fuerzas. ¿Hay que renunciar por eso a pretender la igualdad y a actuar para que se reconozca?
-Ahora entiendo Lucas, el discurso del conformismo es una realidad, descalifica de antemano, considera irreal cualquier transformación en nombre de un ideal, hoy en día los ideales son considerados “tontos”, “ilusos”, “trasnochados”, “románticos”, etc.
-Así es pibe, contra cualquier fatalidad Platón soñó la Ciudad perfecta a pesar de las corrupciones de las ciudades reales y sólo pudo hacerlo evitando de entrada hablar de sus defectos, se dejó llevar por el vuelo.
La paloma vuela más alto, cada vez más ligera, mientras la tierra pesada queda más lejos de sus alas. Baudelaire invocaba las cálidas virtudes del opio: “posees las llaves del paraíso. Oh, justo, sutil y poderoso opio”. La embriaguez del vuelo.
-Sí Lucas, me imagino que la cualidad adormecedora y sedante es paralela a la suave euforia del vuelo del pensamiento: medicina y veneno a la vez, como indica la palabra griega pharrmakos, pues toda euforia es pasajera y la vida gris que reaparece posteriormente resulta entonces insoportable. La carencia se impone sin que desaparezca su causa real: urgencia de una nueva dosis, de un nuevo pensamiento
-Claro, porque la desidia moral libera periódicamente a la conciencia de las preocupaciones y las angustias cotidianas, pero los intervalos que constituyen la vida ordinaria, se llenan de sombras: la luz engañosa de los paraísos artificiales. Considerarse una criatura fracasada y acabada, insistir en la parte “maldita”, es renunciar a erradicar todo aquello por lo que se sufre, es ser un esclavo, arrastrarse, dejar de pensar, dejar de volar. (P.S.A.)