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La Polémica | ¿Le fallará MORENA Edomex a la presidenta?
Todas las personas estamos conscientes de que nuestra vida tiene caducidad, sin embargo a medida que pasa el tiempo no somos tan conscientes de ello, la vida se pasa tan aprisa que parece que fue ayer cuando aún éramos jóvenes, cuando no nos dolía nada y lo único que queríamos era vivir y disfrutar.
Al pasar de los años, vamos construyendo nuestra propia vida con la ayuda de los eventos y situaciones que día a día vivimos, la culminación de una carrera, el logro de ascensos en el trabajo, algunos se casaron y formaron una familia, llegaron los hijos, vieron cómo éstos iban creciendo y pareciera que cuando ve uno a los más jóvenes crecer es cuando nos percatamos o somos más conscientes de lo que hemos hecho, y es así como vamos tomando conciencia de lo que ya fue, aunque esta situación no afecta igual a los hombres que a las mujeres.
Esta conciencia de nosotros y de cómo hemos vivido se acentúa al aparecer algunos cambios en nuestro cuerpo, sí, cuando llegamos a la madurez de los 40 aproximadamente, quisiéramos detener el tiempo, porque los cambios en nosotros son irremediables, por ejemplo a los hombres se les va haciendo barriguita, algunos comienzan a perder el cabello, eso si no lo perdieron desde antes. Más pareciera que estos cambios a los hombres, no les importa tanto como a nosotras las mujeres ver que nuestro cuerpo ya no es tan joven como antes, o al menos así lo percibimos nosotras.
Para las mujeres, muy pronto comienza una preocupación por conservar la juventud, y no me dejarán mentir queridas lectoras, cuando aun siendo jóvenes, caemos en la cuenta de que, por alguna extraña razón, en la calle y en todos lados nos dicen “señoras”, y aunque estemos casadas o en realidad lo seamos, como que nos pega en el ego esa palabra, pero no es en sí el que nos llamen señoras, sino que sabemos que algo en nosotras ya se ve distinto, a tal grado que nos parece que todos lo notan, si no ¿entonces por qué nos dicen señoras? Y a partir de ahí comienza una preocupación, casi general, por querer seguir siendo jóvenes.
Sin embargo nos vamos acostumbrando a ello durante algunos años, hasta que de pronto, un día nos percatamos de que nuestro periodo menstrual ya no es igual, sí, comienza a ser irregular, es decir, aquella situación que por años nos pareció tan incómoda, porque a veces nos impidió hacer todo lo que queríamos, de hecho algunas mujeres realmente la padecieron, ahora que comienza a alejarse nos hace sentir que ahora sí de verdad nos estamos haciendo viejas, porque sabemos que ha llegado la menopausia. La que nos parecía tan lejana, “ahora ya también la tengo yo”.
¿Y ahora qué hago? Porque además de padecer esos odiosos bochornos, períodos repentinos de calor, en los que nos gustaría traer un dispositivo interno que en automático desapareciera toda evidencia de que estamos en la menopausia, y no tuviéramos que recurrir al “abaniquito”, quisiéramos también desaparecer la sensación de que ahora sí ya comenzamos a sentirnos viejas.
Amigas, la menopausia debe ser un tiempo para reflexionar sobre lo que se ha hecho en la vida, pero sobre todo lo que falta por hacer. No todo se ha terminado, es sólo que el período de fertilidad ya concluyó, pero es sólo eso. Pensar en que todavía se tiene la energía para seguir alcanzando sueños te hará más llevadera esta etapa, que afortunadamente, también tiene caducidad.
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