Balazos en el pie
A 18 meses… con intereses
Se fue el primer cuarto del sexenio. Este domingo Enrique Peña Nieto festejó año y medio de gobierno después de haber logrado sacar al PAN de Los Pinos; tiempo suficiente para lograr algunas certezas y acumular otros tantos pendientes.
El éxito de Peña Nieto cabalga entre la reforma educativa, el combate a la delincuencia y el incremento del prestigio internacional de México… pero el caballo desboca en lo económico y financiero. Quizá por eso en la última encuesta realizada por Consulta Mitofsky –dirigida por Roy Campos– el primer mandatario tiene el 49 por ciento de aprobación ciudadana, el nivel más bajo de los últimos tres sexenios – salvo el caso de Ernesto Zedillo quien llegó a la misma frontera temporal con la pesada carga de la crisis económica a cuestas–.
Para Peña Nieto el arranque del régimen ha sido de claroscuros. Más o menos “mita y mita”.
La voluntad de cambio y la credibilidad presidencial alcanzaron su máximo nivel con la captura de La Maestra Elba Esther Gordillo, lo cual –sin duda– sirvió para limpiar el camino para la reforma educativa. Pero los cambios aplaudidos aún no han logrado armonizar el mandato Constitucional con las leyes estatales por la debilidad de algunos gobiernos multicolores secuestrados por las mafias vivas del magisterio…
La captura de personajes como El Chapo Guzmán y otros capos notables, y el despliegue de fuerzas en Michoacán y Tamaulipas son percibidas como una verdadera intención de llevar la paz a las regiones más golpeadas del país, aunque ello implique la suplantación de gobiernos legales…
Según Mitofsky, la Cruzada contra el Hambre, el apoyo a los sectores más débiles de la cadena social y la construcción de obra pública muestran opiniones ciudadanas muy favorables.
En lo político no puede escatimarse el extinto Pacto por México que en su clímax otorgó al Presidente el liderazgo cuestionado por las oposiciones en épocas de campaña. El Pacto fue de impacto y colocó a Peña Nieto como un referente global. La convocatoria –surgida del PRD– se percibe como un acierto al haber pavimentado la ruta para las reformas urgentes e inaplazables sobre todo en materia energética, aunque para ello el Gobierno haya cedido a las nocivas imposiciones panistas de centralizar la democracia a través de el INE y otorgar a los partidos 1 mil 200 millones de pesos extra… lo cual es tremenda majadería.
El debate de las leyes secundarias han representado un tortuoso camino para los afanes presidenciales. No es lo mismo atiborrar la Carta Magna de buenas intenciones que plasmar en blanco y negro las leyes reglamentarias.
Pero el punto más flaco de la gestión presidencial sigue siendo en el dinero. La economía no crece lo esperado; para los señores de las finanzas el Mexican Moment se esfumó… y el despegue va para largo. El golpe a la confianza presidencial viene de la élite financiera pero sobretodo del ciudadano común que desaprueba lo realizado hasta ahora en el control de la inflación, la falta de empleos y la escasez de dinero en los bolsillos. Si bien el Presidente de la República arribó al poder con un enorme capital político –enriquecido con la esperanza ciudadana por el cambio–, seis trimestres después la falta de resultados económicos palpables ha desdibujado sonrisas.
Enrique Peña Nieto inicia el segundo cuarto de su sexenio en medio de la expectativa. El debate de las reformas estructurales en el Congreso marcará –sin duda– el futuro de la administración. Los próximos días serán decisivos para consolidar fortalezas o agudizar debilidades de cara a la mitad del sexenio… y a las elecciones federales del próximo año. El porvenir de México se define este mes.
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