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TOLUCA, Edomex., 29 de septiembre de 2014.- El registro de las tradiciones populares en México ha sido poco frecuente, a pesar de que el estudio de las mismas reviste gran importancia, porque da cuenta y permite conocer cómo se ha gestado el desenvolvimiento cultural, advirtió la especialista Esther Salgado Ortiz, al dictar la conferencia “Etnografía de la danza de concheros de Nagüilla en el Distrito Federal”.
En el Centro Cultural Universitario “Casa de las Diligencias” de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), la estudiosa de las costumbres y tradiciones danzantes destacó que con el nombre de danza azteca, de la conquista, chichimeca o de los concheros se conoce una de las organizaciones tradicionales más vigorosas con que cuenta el país, principalmente en los estados de Guanajuato, Querétaro, Tlaxcala, Hidalgo, San Luis Potosí, Puebla, México, Morelos y el Distrito Federal.
Subrayó que cuenta con alrededor de 50 mil miembros y la danza es solamente una de las numerosas ceremonias de todo un complejo ritual; abundó que a pesar de sus diferentes denominaciones, todos conforman una hermandad sellada por lazos de compadrazgo ritual que obliga a sus miembros a una relación de recíproco respeto y solidaridad, independientemente del rango jerárquico del danzante.
Los danzantes, dijo Esther Salgado Ortiz, se consideran descendientes de la población nativa prehispánica y sus ritos están encaminados a difundir la religión cristiana revelada a éstos por los conquistadores.
Ante un nutrido grupo de asistentes, expresó que los Concheros se organizan en grupo para danzar en los atrios de las iglesias en distintas celebraciones religiosas al grito ritual de ¡Él es Dios!, bailando en círculo se acompañan de una especie de guitarra cuya caja de resonancia es una concha de armadillo (de ahí el origen de su nombre), huehuetl y teponaztli, sonajas y “huesos de fraile” o tiras de semillas de ayoyote atadas a los tobillos.
Explicó que esta danza es catalogada como de conquista y que a lo largo del año, sus ejecutantes se desplazan por una ruta sagrada que los conduce a diferentes santuarios llamados “vientos”, ubicados en los cuatro puntos cardinales.
“Los cuatro vientos son los templos o santuarios a los que ningún conchero puede faltar a danzar, porque ahí se encontraban lugares sagrados para ellos, los centros de energía en los que se danzaba desde antes de la conquista”.