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TOLUCA, Edomex., 2 de octubre de 2014.- “El pulque es sin duda la bebida popular mexicana por excelencia, a pesar de haber sufrido un severo descenso en su consumo y producción, actualmente está retomando presencia entre los consumidores jóvenes de áreas urbanas, quienes están propiciando el resurgimiento de esta bebida”, indicó el investigador Máximo Martínez Rosas, durante la presentación de su más reciente obra Metl Octli.
El autor, acompañado por la directora del Museo de Culturas Populares, Thelma Morales García; el director de Archivo Histórico del Estado de México, Gabino Santana y el jefe supremo otomí de Lerma, Pablo Mendoza, quien además es tlachiquero, compartió con los asistentes algunas de las leyendas prehispánicas en torno al descubrimiento del pulque, su época dorada durante los siglos XIX y principios del XX, antes del declive promovido, en gran parte, por las campañas de desprestigio de las compañías cerveceras con el famoso mito de “La muñeca” o “mona”.
Al respecto, el especialista en “neutle”, “baba dry” o “pulmón”, como también es conocida esta bebida, dijo que requiere mucha delicadeza en su elaboración para que no “se corte”, por esa razón las mujeres tienen prohibido entrar al tinacal ya que su perfume podría afectarla, precisa un comunicado.
Por su parte, el jefe supremo otomí explico al público -principalmente jóvenes- el proceso de elaboración del “menru”, desde la selección del maguey y su capado, el raspado y la extracción de aguamiel con el acocote y su trasportación a las tinas de fermentación, proceso que antiguamente se hacía con la ayuda de las ingeniosas “botas”, recipientes realizados con el cuero de cerdos, vacas o conejos.
Originario de La Concepción Xochicuautla, Lerma, Don Pablo dijo que la nobleza del maguey permite aprovechar más del 90 por ciento de la planta y con respecto al pulque, hace varias décadas llegó a comercializar 500 litros diarios de esta bebida.
En Metl Octli, el autor hace un recuento de la creatividad de los mexicanos para nombrar a esta bebida; el procedimiento para brindar con las famosas cruzadas; los ingeniosos nombres de pulquerías y reflexiones filosóficas que han surgido entre los asiduos consumidores del “cara blanca” en donde las rimas, el albur y la picardía son los elementos principales.
Cabe recordar que en el Museo de Culturas Populares se encuentra de manera permanente el montaje de una pulquería que estuvo en funcionamiento hasta principios del siglo XX, en donde se pueden apreciar los nombres, materiales y medidas de los recipientes para servir la “baba de oso”, implementos utilizados en su elaboración, juegos tradicionales como “la rayuela” y “el tongolele”, fotografías y la barra con su ingenioso sistema de seguridad antirrobos.