Balazos en el pie
PARTE III
Con charola del PRD para invadir terrenos
Manuel Solís, durante la invasión a «Las Casitas», en el 2007, fue «asesor» nada menos del diputado federal del PRD en el Distrito Federal, Emiliano Serrano Jiménez, así como sus hijos Manuel Alejandro Solís Díaz y Juan José Solís Díaz, también tenían credenciales de asistentes de este legislador y con las que gozaron de plena impunidad para cometer sus ilícitos.
Asimismo, sus cómplices, Román Noé Márquez Alcántara, Pablo Barrón Porras y José Guadalupe Sánchez Serrano, también gozaron de impunidad desde la curul del PRD en la Cámara de Diputados de San Lázaro.
Todos ellos, participaron en la campaña política de Alejandro Encinas Rodríguez, candidato del PRD a la gubernatura del estado de México, uno de los contrincantes de Eruviel Ávila Villegas, quien finalmente ganó con las siglas del PRI la silla mexiquense.
La apuesta de Manuel Solís Berber, era que sí ganaba Encinas el gobierno mexiquense, él y su banda, venderían con toda libertad las 157 hectáreas del Bordo de Xochiaca.
Sin embargo, Alejandro Encinas perdió en las elecciones del 2011, pero esto no impidió que Manuel Solís continuara con el tráfico de tierras en Xochiaca, así como inmiscuirse en otros ilícitos, entre ellos el asesinato.
EL ENGAÑO A SOLICITANTES DE VIVIENDA EN NEZA
Los hermanos Cirilo, Carmelito, Mariano, Roberto y Jesús Estrada Tiburcio, originarios del estado de Oaxaca, llegaron al campamento «Las Casitas» con el sueño de comprar un terreno cerca del Distrito Federal, para poder desplazarse a sus trabajos.
Manuel Solís se presentó personalmente con ellos y se dijo el dueño de los terrenos que estaban juntos al tiradero de basura de Neza, solo que tenía un conflicto legal para recibir las escrituras.
Al principio les pidió cinco mil pesos para que esta familia oaxaqueña pudiera construir una cabaña al interior de un lote de 120 metros cuadrados, luego tenían que cooperar con 300 pesos semanales y hacer guardias.
La familia Estrada Tiburcio, vivió cuatro años en esa cabaña, hacinados, sin servicios públicos, oliendo a los desperdicios de basura, escuchando a diario el pasar de los camiones de carga que llegaban a depositar cascajo, pero fueron desalojados del predio por negarse a pagar otro enganche de 10 mil pesos.