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NEZAHUALCÓYOTL, Edomex., 26 de abril de 2014.- La santificación de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII es «un gran regalo de Dios para la Iglesia», señaló el obispo de la Diócesis de Nezahualcóyotl, Héctor Luis Morales Sánchez.
Manifestó que con estas acciones se reconoce el esfuerzo que han realizado cada uno de ellos en el momento que Dios los llamó para el servicio en el Pontificado.
“Cada uno a su manera, en su estilo y en su momento, se mantuvo fiel precisamente en el seguimiento de Jesucristo, que es lo que debemos de tomar el ejemplo en ellos”.
Reconoció que ellos tuvieron que enfrentar situaciones muy difíciles dentro y fuera de la Iglesia, sin embargo siguieron siempre hacia adelante, mantuvieron su fe y esperanza. “Que sean verdaderamente un modelo para nosotros y sobre todo para que nos anime a ser testigos de Jesucristo en medio de los hombres”.
Morales Sánchez dijo que “en caso de Juan Pablo II y para los católicos de México, fue el papa mexicano, el papa amigo que él mismo así se denominó. Porque fue aquí donde él sintió el llamado que Dios le hizo de cómo vivir su pontificado y así lo seguiría haciendo, ya no quedándose a la espera allá en Roma de que llegáramos y no salir a buscarnos”.
El obispo de la Diócesis, que también comprende los municipios de Ixtapaluca, La Paz y esta localidad, aseguró que por el tiempo en que estuvo al frente de la Iglesia Católica debido a su juventud, nos dejó grandes ejemplos como acercarnos a los distintos campos donde el ser humano se desarrolla, donde estuvo con empresarios, con los presos.
Aquí en México se reunió con las madres de familia, con los trabajadores, con indígenas, con los jóvenes y con las familias. Fue el promotor de La Jornada mundial de la Juventud y de los Encuentros mundiales de la familia.
Respecto a las críticas de algunos sectores que señalaban que no había motivos por los cuales se tendría que hacer santo a Juan Pablo II, por ser imperfecto, Morales Sánchez afirmó que “no se esperaba elevar a los altares a una persona que no hubiera tenido errores, sino a alguien que a pesar de todo se supo sobreponer y mantener su fe”.
En este sentido monseñor afirmó que queda muy clara la frase de San Agustín que dice que “No hay santo sin pasado, pero también no hay pecador sin futuro”.