Balazos en el pie
Ni los veo, ni los oigo
Se acabó la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. La emoción de cada año de asistir y tener un sinfín de experiencias fue mayor, al llegar a la capital tapatía y encontrarse con los rostros de 43 jóvenes desaparecidos recreados a través de manos de artistas guerrerenses y escuchar, además, a los organizadores exigir que se haga justicia. Los retratos de los normalistas de Ayotzinapa fueron colocados en las rejas de la entrada principal del recinto ferial.
¡No están solos!, They are not alone!, Ils ne cont pas seules!, Eles não estão sós, Sie sind nicht allein! fueron las frases de bienvenida a la 28 edición de la FIL que portaban algunos autores, periodistas, escritores que arribaban a la Expo Guadalajara.
Intelectuales, periodistas y escritores como Elena Poniatowska hicieron alusión al caso Iguala y la también periodista le otorgó suficiente tiempo a uno de los padres de los desaparecidos. Incluso la argentina Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, pidió no bajar los brazos. Narró su experiencia en los años setenta en la época de la dictadura cuando las madres de ese entonces buscaban desesperadas a sus hijos.
Hasta el presidente uruguayo José Mújica pidió a los jóvenes asistentes a la FIL “no bajar los brazos” ante la desaparición de los estudiantes desaparecidos. En conclusión, ya no es suficiente hacer la denuncia, hacer movilizaciones o ventilarlo en los medios de comunicación y en las redes sociales. Falta algo más que remueva la pus que cubre la herida.
Será con cuentagotas como el gobierno federal dará a conocer el hallazgo de los desaparecidos como fue el caso de Alexander Mora Venancio, a quien sus padres ya confirmaron que se trata de uno de los 43 normalistas. En foros internacionales se ventila el caso y parece que a ningún funcionario federal le interesa lo que se diga ¿acaso están sordos? ¿acaso están ciegos? ¿acaso están tontos? ¿acaso no les importa? Cualquiera de ellas pueda aplicarse, pero intuyo que la tercera es la más acertada.
Cuando se vive en mansiones, se come en restaurantes de lujo, cuando sus hijos van a escuelas carísimas, cuando las esposas se la viven en el spa, ¡qué demonios importan las familias afectadas! ¿Qué importa lo que diga Obama? Cuando el propio presidente dice que es un orgullo contar con el canal de las estrellas, es cuando se derrama todo el esfuerzo ciudadano, cuando te das cuenta que vives bajo el dominio de un poder bizarro que ni te ve ni te oye. Seguro recordarán el origen de la frase, vigente por cierto.
Por cierto, para rematar, les recomiendo leer la reciente publicación de Edgardo Buscaglia Vacíos de poder en México. El analista internacional aborda la actual crisis de seguridad y sus manifestaciones de violencia extrema en México. Elabora un diagnóstico de las fallas regulatorias que existen en nuestro país, caracterizado por “una economía formal de plutócratas, disfrazada de economía de mercado, que fomenta el espacio ideal para la captura del tejido social por parte de empresas criminales”.
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