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TOLUCA, Edomex., 21 de diciembre de 2014.- El mundo del trabajo remunerado, desde los horarios hasta las estructuras de mando, fue diseñado por y para el género masculino, aseveró la académica de la Universidad Autónoma del Estado de México, María de Jesús Hernández Garnica, quien sostuvo que cualquier modelo distinto al que se maneja ancestralmente, no es asimilado y es excluido.
Subrayó que si bien existe una competencia por el trabajo, por los mejores puestos y las mejores oportunidades, en la que se ven involucrados hombres y mujeres, en la actualidad las condiciones se equilibran y ya no se viven las circunstancias de hace medio siglo, cuando las mujeres estaban relegadas a los trabajos domésticos y los hombres ocupaban puestos superiores.
Al hablar de la corresponsabilidad de las obligaciones de una madre, como parte del fortalecimiento de la unión familiar, la universitaria destacó que la diferencia entre géneros no imposibilita el desarrollo de las funciones necesarias para el correcto desempeño de determinadas actividades, porque ha dejado de ser una condición social que da pie a valores y creencias sobre la diferenciación sexual entre hombres y mujeres.
La universitaria puntualizó que tanto mujeres como hombres se encuentran en el mismo plano de oportunidades; cualquier género puede cubrir las necesidades del mercado laboral.
“Anteriormente, la perspectiva de género puso sobre el tapete de la discusión la mayor precariedad que caracterizaba al trabajo femenino y la insistencia en que las mujeres figuraban en los nichos menos privilegiados de las empresas y en general, de la mayoría de los trabajos”.
Ahora, dijo, es tiempo de compartir roles: el género femenino, en general, ha podido ingresar y ajustarse al mundo laboral asalariado, lo cual, en la mayoría de los casos, no ha ocurrido en el polo opuesto, ya que para los varones el ámbito doméstico ha creado una barrera y la eficacia en este campo no es tan solvente como en cualquier otro.
La académica afirmó que todavía no existe conciencia real ni acciones del varón sobre su papel activo en el cuidado de los hijos y de las necesidades del hogar, debido a que en la mayoría no se ha creado la cultura de la asistencia en las relaciones domésticas.
Por ello, María de Jesús Hernández Garnica consideró como un juicio infundado que se piense que el género masculino es inexperto en el campo de las labores domésticas, al tiempo que con ello se crean estereotipos.