
El Humanismo Mexicano en la Medicina
Todos en La Pastorela
Cita a las nueve de la mañana. Acá su servilleta de lino, peinado y bañado, cruza velozmente (es un móndrigo decir) Pino Suárez, a la altura de Metepec y advierte que el transporte, los peatones, los choferes (públicos y pivados), los limpiaparabrisas, los vendedores de estambre y los ya casi inexistentes payasitos de esquina (hoy todos ellos podrían alcanzar la calidad de becarios de la 4T), hacemos un enjambre satánico mucho menos organizado que la defensa de Los Pumas – ¿había defensa?- Todos contribuimos a que ésta y muchas vialidades no avancen, no fluyan, no cumplan su propósito de dar paso a la vida de quienes las transitan.
El compromiso no era menor: Pastorela Navideña a las 9:30, en el auditorio de Sedagro.
La penúltima de las frutitas de mi vientre se estrenaba en la farándula invernal, con el honroso papel de Baltazar: uno de los tres Reyes Magos que fue directo y sin escala a ver cómo y en qué condiciones había llegado Jesús a este mundo y si no había sido cambiado luego del parto por enfermeras distraídas.
Dartañan estaba listo para irrumpir en el mundo de las tablas, ataviado por un magnífico ropaje configurado por su abuela materna, que lo dejaba como una copia de luchador mini de la Triple AAA, de Norberto Rivera.
Tres veces le pedí que bendijera al policía de tránsito que no atinaba a darle el paso a nadie.
Llegada al recinto teatral.
La mamá del primer actor llena de nervios, cual muslo de pollo.
El moconete entró en pánico escénico apenas llegamos al estacionamiento del lugar.
Se aferró al automóvil y casi se destroza el atuendo.
La multitud ya esperaba entrar al auditorio y empezaban los jaloneos, pues la entrada y siguiente asignación del lugar fue programada en la azteca tradición del agandalle.
La frutita más pequeña de mi vientre también tendría una participación en la Pastorela, aunque su papel era más discreto: una estrella.
Ina se aferró a su maestra y emprendió el recorrido a los camerinos. El baltazar mexica seguía haciendo dramas de no soltar la pierna de su mamá hasta que llegara un abogado.
Comienza a salir a luz lo que sería de esta pastorela invernal organizada por la escuela de los mini diputados.
10 minutos después, todos en sus puestos. Atrás del escenario un chilladero. En las butacas, chamarras, pijamas y hasta un anafre para apartar lugar.
Y yo que creía que era un escarmiento que entres al Oxxo y te encuentres al Presidente haciendo una recarga republicana de 20 pesos a su celular.
Tercera llamada.
Música navideña de las ardillitas.
Una villa navideña en pleno escenario.
Tres señoras llorando de la emoción.
Las luces se apagan.
Comenzamos.