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TOLUCA, Estado de México., 19 de agosto de 2025.– El consumo excesivo de refrescos se ha convertido en una de las principales amenazas para la salud en México y, de manera particular, en el Estado de México (EMX). Según datos de la Secretaría de Salud federal, cada habitante del país consume en promedio 166 litros de estas bebidas al año, cifra que coloca a México como el país con mayor ingesta de refrescos en el mundo.
El impacto de este hábito es preocupante: una sola botella de 600 mililitros equivale a entre 12 y 15 cucharadas de azúcar, lo que contribuye de manera directa a enfermedades como diabetes, obesidad y males cardiovasculares. En el caso mexiquense, autoridades sanitarias advierten que esta situación afecta de manera significativa a niñas, niños y adolescentes, pues siete de cada diez consumen refrescos todos los días.
El secretario de Salud federal, David Kershenobich, subrayó que el problema comienza desde edades tempranas. En el Estado de México (EMX), cuatro de cada diez menores presentan sobrepeso u obesidad, situación que se agrava con el paso de los años y se traduce en enfermedades crónicas en la vida adulta.
Además de la obesidad y la diabetes, el consumo constante de refrescos incrementa el riesgo de daño renal, hígado graso, infartos y complicaciones cardiovasculares. El funcionario también advirtió que incluso las variantes light o cero no son seguras, ya que alteran la microbiota intestinal y pueden aumentar la probabilidad de eventos como hemorragias cerebrales o ataques cardíacos.
“Uno puede pensar me tomo un refresco y no pasa nada, pero cuando hablamos de hacerlo todos los días, las consecuencias para la salud son muy graves”, expresó Kershenobich.
Ante esta situación, el Gobierno de México anunció la preparación de una estrategia nacional para reducir el consumo de bebidas azucaradas, donde el Estado de México (EMX) será clave por su densidad poblacional. El plan incluirá campañas de concientización en escuelas, acciones de prevención en comunidades y la promoción de alternativas más saludables como el agua natural.
En el Edomex, autoridades locales señalaron que se reforzarán los programas de educación nutricional y prevención en zonas escolares, con la finalidad de disminuir la dependencia hacia los refrescos desde la niñez. De igual forma, se contempla la aplicación más estricta del etiquetado frontal de advertencia en productos con alto contenido de azúcares, con el objetivo de sensibilizar a la población.
La realidad es clara: el consumo de refrescos no es un hábito inocente, sino un detonante de múltiples enfermedades que reducen la calidad y esperanza de vida. En el Estado de México (EMX), donde la población infantil es una de las más numerosas del país, la urgencia de cambiar estos patrones de consumo es aún mayor.
El llamado de las autoridades es a la reflexión colectiva: reducir la ingesta de bebidas azucaradas no solo representa un beneficio individual, sino también un paso firme hacia una sociedad más saludable y consciente. La decisión está en manos de cada familia mexiquense: sustituir los refrescos por agua puede ser la diferencia entre un futuro marcado por la enfermedad o por la salud.