Checo Pérez sale de Red Bull
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de diciembre de 2018.- El juego de ida de la Final fue un duelo cerrado, con apenas un par de emociones, privó la tensión y la idea de salir con vida para el juego de vuelta.
Los dos equipos sabían que lo que se juegan es mucho y que había otro partido por delante como para correr riesgos mayúsculos. Aunque el cero a cero dejó con más daño al América que perdió a dos jugadores por lesión y en el tiempo agregado el travesaño evitó el gol de Méndez. Será el domingo cuando los goles de una u otra forma se canten en el Azteca.
Como se esperaba, era obvio que América no iba a tener la lluvia de espacios que le dejó Pumas en la semifinal, pero tampoco Cruz Azul montó un ejercicio de atrevimiento, conocía del potencial ofensivo de las Águilas e hizo lo que mejor le salió en el curso: defenderse. Hubo si acaso diez minutos de vértigo, después ambos equipos tuvieron como prioridad nulificarse, no conceder ni un palmo de terreno. Hasta que vino una pelota parada a favor de La Máquina, Adrián Aldrete puso el balón en el área, ahí se levantó Julio Domínguez, el central celeste sacó un cabezazo con olor peligro, la bola tomó dirección de gol, pero se encontró con la mano izquierda de Marchesín, el portero salvó a las Águilas de irse abajo. La respuesta americanista fue tibia, apenas un remate de Renato que se fue desviado.
Después las emociones escasearon, los dos priorizaron resguardarse y replegaban con mucha velocidad y sin dejar algún espacio. Si Roger perdió los duelos con Pablo Aguilar e Igor Lichnovsky, a Milton Caraglio le ocurrió lo mismo con Bruno Valdez y Emanuel Aguilera. Ni Elías ni Alvarado (por Cruz Azul) ni Renato ni Lainez (por América) fueron capaces de darle electricidad al partido. Los dos equipos se provocaron cortos circuitos.
Al descanso, se fueron al vestuario con paridad y la misma tensión en el cuerpo, porque el que fallara podría lamentarlo. Tras el paso por los vestidores, ni Herrera ni Caixinha tocaron sus equipos iniciales, aguardarían hasta ver cómo se desarrollaba el partido, porque en la mente de ambos entrenadores también estaba esa idea de que faltaba partido y medio por delante.
Y si en el primer tiempo fue Marchesín el que salvó a América, fue en el arranque del segundo tiempo cuando Jesús Corona hizo lo propio con la cabaña celeste. Roger se fue por la banda, entró al área y centró para Mateus, el volante colombiano remató con derecha, pero, providencial, apareció Chuy. Hasta en eso se ponían mano a mano. Fue al 57′ cuando Herrera movió el banquillo, pero fue por necesidad, Mateus salió lesionado de la pierna izquierda y entró Oribe, el Cepillo entró a su sitio natural, pero pesó poco o nada.
Alvarado tuvo una pelota dentro del área y la mandó a la grada. El Piojo lanzó al ruedo a Ibergüén por Lainez, pasó inadvertido el chico azulcrema anoche. Y Corona solo enfrió un tiro de Paul. Lo que hay que mencionar es la actuación del árbitro Fernando Guerrero, quien no expulsó a Caraglio por una plancha sobre Valdez y al mismo paraguayo por un golpe a Marcone. Además de que pudo haber marcado un penal por una mano de Aguilera.
América perdió a otro hombre, porque Roger se fue lesionado y su lugar lo tomó Cecilio, habrá que ver la magnitud del daño que tuvieron los colombianos y si pueden estar para la vuelta. Cruz Azul acarició el gol en un remate de Méndez que fue escupido por el travesaño. Sin daño, la expectación para la vuelta crece mucho más porque ahí, alguno deberá ser más valiente y atrevido. El juego de ida de la Final fue un duelo cerrado, con apenas un par de emociones, privó la tensión y la idea de salir con vida para el juego de vuelta.
Los dos equipos sabían que lo que se juegan es mucho y que había otro partido por delante como para correr riesgos mayúsculos. Aunque el cero a cero dejó con más daño al América que perdió a dos jugadores por lesión y en el tiempo agregado el travesaño evitó el gol de Méndez.
Será el domingo cuando los goles de una u otra forma se canten en el Azteca. Como se esperaba, era obvio que América no iba a tener la lluvia de espacios que le dejó Pumas en la semifinal, pero tampoco Cruz Azul montó un ejercicio de atrevimiento, conocía del potencial ofensivo de las Águilas e hizo lo que mejor le salió en el curso: defenderse. Hubo si acaso diez minutos de vértigo, después ambos equipos tuvieron como prioridad nulificarse, no conceder ni un palmo de terreno.
Hasta que vino una pelota parada a favor de La Máquina, Adrián Aldrete puso el balón en el área, ahí se levantó Julio Domínguez, el central celeste sacó un cabezazo con olor peligro, la bola tomó dirección de gol, pero se encontró con la mano izquierda de Marchesín, el portero salvó a las Águilas de irse abajo. La respuesta americanista fue tibia, apenas un remate de Renato que se fue desviado.