Teléfono rojo
El máximo líder social de los últimos años, Andrés Manuel López Obrador, está siendo cuestionado por los suyos y su autoridad comienza a resquebrajarse.
Se tambalea el ascendiente moral de AMLO sobre sus seguidores.
Hacen exactamente lo contrario de lo que les pide en asuntos fundamentales. Los radicales lo desafían y lo rebasan.
1.- Los Foros de Educación han sido boicoteados por los suyos, que los tiran a sillazos y botellazos. López Obrador sólo les pidió a los maestros de la CNTE que dieran su opinión civilizadamente sobre la reforma educativa que debe sustituir a la actual. Les prometió hacer lo que ellos digan, echarla abajo, pero no le hacen caso ni quieren actuar con civilidad. Lo único que buscan es derogar la reforma y aplastar a sus adversarios del sindicato. De nada sirvió que les dieran 12 diputaciones federales, la presidencia de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, 47 alcaldías y promesa de no tocarlos en sus desmanes. Ellos van por los golpes, las sillas aventadas contra los que piensan diferente, las mesas voladoras, patadas. Ahí no funciona el liderazgo de quien fuera su candidato presidencial.
2.-En cinco de los estados más sacudidos por la violencia del país tuvieron que cancelarse los Foros para la Pacificación y Reconciliación Nacional, por el enojo de los participantes. López Obrador sobreestimó su liderazgo y propuso algo inaceptable para sus seguidores: perdón a los criminales. Votaron por él, pero su ascendiente no es tan fuerte como pensaba: los familiares y amigos de las víctimas no creen en la ruta del perdón ni los convence la incolora y ambigua política de seguridad de su todavía líder. No les gustó la estrategia de Calderón y Peña Nieto (los números muestran una mortandad), pero sí quieren seguridad y fin a la impunidad, que es lo contrario a lo que les ofrece su líder AMLO.
3.- A López Obrador no le hacen caso en lo que parecía ser más fuerte: austeridad, sencillez, cero lujos. El más cercano de sus colaboradores hizo algo que ningún político mexicano ha hecho en muchas décadas: una boda con lujos exagerados, 12 páginas en ¡Hola!, nueve mil rosas, langostas de primero, langostas de segundo, reducciones de vino de Burdeos, tres vestidos para una noche y otros excesos y cursilerías que muestran que el liderazgo de AMLO no permea ni en sus más cercanos. Le dicen que sí de dientes para afuera, y hacen lo contrario. Recortan y ahorran cuando se trata del presupuesto y del sueldo de los demás, pero ellos se despachan como jeques árabes y ponen a López Obrador como testigo principal de sus dispendios. Cuando se casó Enrique Peña se le dijo frívolo, pero esa boda fue franciscana al lado de la del señor Yáñez. AMLO nunca ha podido controlar con su ejemplo a sus colaboradores. Ni cuando fue Jefe de Gobierno del DF. Su liderazgo está sobreestimado.
4.-Tampoco le hacen caso en la imparcialidad que deben seguir sobre la consulta del nuevo aeropuerto. Reunidos con los macheteros de Atenco, los más cercanos en el gabinete de López Obrador se pronunciaron por Santa Lucía y desechar Texcoco. Ahí estuvieron la próxima secretaria de Desarrollo Social, María Luisa Albores, el que será secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, el siguiente titular de SEDATU, Román Meyer, y quien fungirá como subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas. Sólo les faltó blandir el machete en el aire, porque se pronunciaron abiertamente en favor de Santa Lucía. No le hacen caso a López Obrador. ¿Dónde está el liderazgo? Rebasado. Ayer sacó un video en el que truena contra Texcoco y alaba Santa Lucía.
El presidente electo aún no asume el cargo y ya manda señales de que no controla a los suyos ni con la palabra ni el ejemplo.
Comienza a ser rebasado por la izquierda radical desde antes de empezar a gobernar.
Su liderazgo está en duda.
Se resquebraja, y esa es una mala noticia, pues los ultras pueden terminar por controlarlo a él.