
Las dolorosas desapariciones
La verdadera medida de nuestra resiliencia no es cuántas veces caemos, sino cuántas veces nos levantamos. Nelson Mandela, Ss XX y XXI.
Sin duda vivimos una de las etapas más interesantes de nuestra historia como humanidad; si comparásemos los miles de años que tardamos en desarrollar ciertas artes que nos convirtieron de nómadas a sedentarios, o incluso los cientos de años para llegar a la revolución industrial, y luego lo comparásemos con los breves tiempos que conlleva crear algo nuevo en esta era de revolución tecnológica, no podríamos si no asombrarnos de la capacidad humana.
Nuestra capacidad de crear nuevas formas de facilitarnos la vida ha sido acompañada por nuestra permanente cultura de conflictuarnos y llevar dicho conflicto a las armas. El resultado es encontrar formas más sofisticadas de atacarnos, hacer daño y vencer.
No solo son nuevas estrategias de guerra usando naves no tripuladas, el uso de georeferenciación para atacar a distancia puntos estratégicos para un Estado rival: es encontrar en el uso de la tecnología cotidiana la manera de agredirse en redes sociales, de difamar o buscar afectar la entereza del otro. Ante tales cambios el derecho que creímos nos regula va un paso atrás de la tecnología y dos de la barbarie.
Dentro del esfuerzo humano por alcanzar su futuro creamos conceptos como la resiliencia, mismo que engloba la capacidad para adaptarse de la mejor manera a un entorno de cambios permanentes Es requerida por individuos, familias, instituciones, gobiernos, Estados y la propia humanidad, si queremos sobrevivir y trascender.
En un contexto nacional, recientemente se generó un libro sobre los cambios culturales en México, comparando una serie de entrevistas actuales con las realizadas en años anteriores a diferentes generaciones de personas.
En la comparativa encontramos un poco de luz entre este escenario caótico: el México de hoy es dirigido por personas de ciertas generaciones previas, que se adaptan a los valores nuevos de las generaciones más recientes. Resiliencia total.
Y es que lo esperado sería encontrarnos a cada generación manteniendo sus valores, pero vemos una disposición a reaprender lo nuevo. Vemos a generaciones mayores aceptar que no es justo un salario mayor a hombres que mujeres.
Vemos la aceptación de que las madres y padres no dejen de formar sus vidas por educar a sus hijos va en incremento.
De pronto, la población valora a la familia, el trabajo y el tiempo libre más que el tiempo para acudir a espacios religiosos.
Estamos en una época complicada: los valores cambian, comprendemos la necesidad de cuidar mejor el medo ambiente, cuidar al planeta, al otro, y a la vez, desarrollamos mecanismos para agredirnos de manera más eficiente y países civilizados eligen personas con discursos dignos de comienzos del siglo XX.
¿Nos rebasara la barbarie de manera indiscutible o hay esperanza de un mundo mejor?