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CIUDAD DE MÉXICO, 23 de enero de 2018.- Un pequeño rincón japonés es resguardado por la modernidad de sus edificios en Hiroshima.
El Jardín Shukkeien es bañado por el verde de sus arbustos y árboles, con algunas pincelas de colores que provoca el resplandor de las flores y el destello de las hojas.
En el estanque Takuei se dejan ver algunas islas de rocas y puentes, el principal de ellos cruza el lago y se mantuvo casi intacto tras la bomba atómica que estalló el 6 de agosto de 1945.
De la misma manera se localiza un árbol que sufrió los estragos del estallido, pero que su fortaleza lo mantuvo firme, aunque con una ligera inclinación para seguir marcando la historia.
Durante el suceso, un gran número de sobrevivientes se refugiaron en ese jardín después del bombardeo, pero las personas fallecieron antes de recibir atención médica y todos los restos fueron enterrados dentro del jardín.
El jardín de cuatro hectáreas fue diseñado en 1620 por Nagaakira Asano y se ubica cerca del río Kyobashi, del que recibe el agua para el lago.
Otro de los símbolos es el Castillo de Hiroshima, construido en 1589 por Mori Terumoto.
El Museo de Arte Contemporáneo y la Biblioteca de Manga, ubicados en una colina, son dos de los lugares más visitados por la cercanía del Parque Hijiyama-Koen, que adorna el camino lleno de flores durante la primavera.
La ciudad de Hiroshima será sede de los deportistas mexicanos que realizarán campamentos de preparación en su camino a los Juegos Olímpicos Tokio 2020.