Rinde protesta Pablo Lemus como gobernador de Jalisco
Podrá opinarse, decirse y hasta satanizar el tema, no poco delicado, que propuso el senador panista José Luis Preciado, respecto a la posibilidad de que la gente común ande armada para defenderse de la delincuencia extrema que hay en el país.
Preciado ya fue hecho pomada por su iniciativa y no es para menos, cuando en plenitud de su demagogia pura, críticos abyectos al sistema político les parece un acto de locura y desquiciado.
Sin embargo, vale la pena ponderar la propuesta de Preciado, por lo menos para dirigirla de manera especial al tema de las mujeres, en un país donde se les secuestra, tortura y asesina y en la mayoría de los casos -90 por ciento-, los delincuentes quedan impunes porque son mafias vinculadas a la propia autoridad, excepto cuando los casos son claros y contundentes y se relacionan con familiares y amigos.
¿Será peligroso o puede enmarcarse en un acto de prevención el que las mujeres, mayores de 18 años, porten legalmente un arma para su defensa en caso de ser atacadas? ¿Cuántas se hubiesen salvado en Ciudad Juárez, Chihuahua, o cuántas habrían sobrevivido en el Estado de México, en la más reciente década, ¿al poderse defender de sus agresores?
Con qué ética la autoridad y sus jilguerillos mediáticos satanizan un tema donde los primeros se han convertido en cuenta-muertas y los segundos en morbosos analistas de la desgracia de las víctimas por delito.
Como si se tratara de las cifras de la bolsa de valores, el abogado Eruviel Ávila y su procurador, por ejemplo, hablan del ascenso o descenso de muertas en la tierra mexiquense con la sensibilidad de una piedra.
Se amparan en la alerta de género aceptada a regañadientes, como si fuera un acto heroico, y llevan más de un año aplicando supuestas medidas a cuenta gotas, con actitud inmisericorde y patológica.
Quizá las preguntas son:
¿Quién y cómo están defendiendo a las mujeres actualmente, ante la trata descarada en el país y principalmente en el Estado de México? ¿Quién ha implementado un plan real de prevención en calles, avenidas, parques que disminuyan los feminicidios? ¿Cómo pueden defenderse las mujeres ante esta masacre pública convertida en maniquí mediático y medidor real de una sociedad apática ante una vergüenza mundial?