Con sangre no parece Superman en tráiler
OCOYOACAC, Edomex., 2 de mayo de 2017.- Poco a poco, el camión se vio invadido por cientos de pequeños, niños y niñas del Barrio de San Miguel, uno de los más vulnerables de este municipio.
Y al momento de abrir las puertas de su caja, los pequeños rostros se iluminaron.
Y como no. Desde afuera y desde abajo, eran visibles incontables cajas, pequeñas, medianas, todas multicolores.
En ellas, muñecas, carros, de todos los tamaños, pelotas, balones, juegos de té, patinetas, y demás.
Informal, sólo con una playera negra, donde sobresalió el nombre de la Fundación Manuel Capetillo, su inseparable sombrero y vestido a mezclilla y botas, Eduardo Capetillo saltó al camión y comenzó a abrirse camino entre la juguetería móvil.
El cantante y empresario arribó a este lugar, en compañía de su esposa, la también cantante y actriz, Bibi Gaytán para festejar a los niños. También iban dos de sus hijos, Eduardo y Gabriela.
El 30 de abril, apenas cayendo el sol, la familia Capetillo-Gaytán inició la entrega de regalos, alzaron infantes, disfrutaron con ellos, les besaron, los agasajaron.
Eduardo Capetillo, a nombre de la Fundación Manuel Capetillo, entregaba juguetes desde el camión, mientras Bibi Gaytán hacía lo mismo en tierra.
Se dirigía a las madres con pequeños de brazos, a quienes daba muñecas, carros o juego de té, según el caso.
«Queremos que los niños vuelvan a sonreír», exclamó Eduardo Capetillo, al momento de entregar patinetas a los pequeños.
Más de 500 pequeños fueron beneficiados con la acción de la Fundación Manuel Capetillo.
«Es indescriptible ver la sonrisa de un niño. Simple y sencillamente no tiene nombre, ver cómo con un modesto juguete puedes alimentar el espíritu y alentar la alegría de los niños», expresó.
Juguete en mano, y acariciando el pelo de los pequeños, Capetillo sostuvo que no se trata solamente de dar el regalo, sino que también es fundamental generar un ambiente favorable para que los niños y las niñas puedan desarrollarse en un ambiente de paz y armonía, y en el que puedan construirse como personas plenas.
Las sonrisas no sólo invadieron los rostros infantiles, también el de los mecenas.
Ofrecieron toda la tarde para convivir entre los payasos, el pastel y la música.
Ahí, en un enlonado, el matrimonio Capetillo-Gaytán se introdujo en el ánimo de una población agradecida, se compenetró en la modestia de los habitantes, en la sonrisa y gratitud de más de medio millar de pequeños que vivieron a plenitud el Día del Niño. El espíritu del Timbiriche volvió a aflorar.