
Guillotina Política
Durante su primer mandato (2017–2021), Donald Trump implementó políticas nacionalistas antiinmigrantes sin precedentes, destacando la propuesta del muro fronterizo, la restricción migratoria contra países musulmanes, cancelación de programas como DACA (Consideración de acción diferida para los arribados en la infancia), la reducción drástica de cuotas para asilados y la polémica separación familiar en la frontera. Su enfoque se centró en el argumento de la Seguridad Nacional para justificar la criminalización de los inmigrantes indocumentados.
Desde el inicio de su Pontificado, el Papa Francisco, hizo hincapié en que el tema de los migrantes constituye un imperativo evangélico derivado de la dignidad humana. Afirmó que quien construye muros en vez de puentes “no es cristiano”. Desde la teología, recordó que Jesucristo mismo fue migrante y refugiado, y enfatizó que todo ser humano tiene dignidad infinita otorgada por Dios, independientemente de su condición migratoria. Francisco rechazó ideologías populistas que demonizan al migrante, al considerarlas contrarias a la fe. Criticó la indiferencia ante el sufrimiento, utilizando la parábola del Buen Samaritano como modelo para una fraternidad universal que no conoce fronteras.
Las críticas de Su Santidad, fueron explícitas, al cuestionar públicamente la propuesta de campaña del republicano, de construir un muro, quien respondió entonces que estaba «orgulloso de ser cristiano» y que «ningún líder, especialmente un líder religioso, debería tener derecho a cuestionar la religión o la fe de otro». Lejos de retractarse, el Obispo de Roma, reafirmó que separar familias migrantes era una práctica inmoral y contraria a los valores católicos. En múltiples ocasiones denunció la criminalización de los migrantes como “una vergüenza”, exhortando al país norteamericano a ser un país de acogida, no de discriminación. En una carta oficial a los obispos de EEUU, el Papa reconoció la legitimidad del control fronterizo, pero condenó enfáticamente las deportaciones masivas que vulneran la dignidad de migrantes en situaciones de pobreza o persecución.
Las posturas del Vicario de Cristo, generaron intensas reacciones políticas y mediáticas. El magnate lo acusó de estar manipulado por intereses extranjeros, (como en el caso del muro con México) mientras demócratas y activistas celebraron la valentía del Pontífice al defender principios humanitarios.
El reproche papal a las posturas políticas populistas del Presidente de Estados Unidos ha estado plenamente sustentado por la doctrina social de la Iglesia, que enfatiza la dignidad humana, la solidaridad, la justicia y la opción preferencial por los pobres. Según esta doctrina, la migración es un derecho humano, y cualquier ley o política debe respetar siempre los derechos fundamentales y la dignidad de las personas.
El pontificado de Francisco se caracterizó por una profunda sensibilidad hacia las causas sociales, el cuidado climático, los derechos de los migrantes y la inclusión de los más vulnerables. En contraste, la retórica y políticas de Trump, particularmente en su segundo mandato, representan, en muchos aspectos, una visión del mundo diametralmente opuesta.
Desde la publicación de su encíclica Fratelli Tutti (2020), el Prelado ha profundizado en una ética de la fraternidad y la solidaridad como base para un nuevo orden global. Su visión parte de una crítica al modelo neoliberal, al individualismo exacerbado y al desinterés por los migrantes, refugiados y pueblos descartados por la lógica del capital. El Sumo Pontífice reiteró en múltiples ocasiones que la migración no es una amenaza, sino una oportunidad para el enriquecimiento cultural y humano. Asimismo, llamó a derribar muros, tanto físicos como ideológicos, que separan a las personas. Su postura no fue ingenua, sino profundamente evangélica: fui forastero y me recibiste (Mateo 25, 35).
En cuanto a la cuestión ambiental, Francisco ha sido uno de los líderes morales más enfáticos en señalar la urgencia del cambio climático y la necesidad de una conversión ecológica de la humanidad. Su encíclica Laudato Si’ (2015) marca un hito en el diálogo entre fe, ciencia y política en defensa de la “casa común”, que es nuestro planeta.
Por contraste, el republicano ha defendido una agenda populista, basada en la supremacía de los intereses estadounidenses. Su lema «America First» implica, de facto, una ruptura con los ideales de cooperación entre los Estados de la Comunidad Internacional, acogida de migrantes, y lucha contra el cambio climático, como separar por segunda ocasión, a la Potencia del Acuerdo de Paris.
Este año, un día antes de que el electo asumiera su segundo mandato, el Papa comentó sobre el plan de llevar a cabo deportaciones masivas: «Si es cierto, será una vergüenza, porque hace que los pobres indigentes que no tienen nada, paguen la factura del desequilibrio. No servirá. Esta no es la manera de resolver las cosas», dijo.
Luego, en febrero, el Vaticano publicó el texto de una carta del Pontífice a los obispos estadounidenses, principalmente sobre su labor de ayuda a los migrantes: «He seguido de cerca la grave crisis que se está viviendo en Estados Unidos con el inicio de un programa de deportaciones masivas … Una conciencia bien formada no puede dejar de emitir un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que, tácita o explícitamente, identifique la situación irregular de algunos migrantes con la criminalidad. Al mismo tiempo, debe reconocerse el derecho de una nación a defenderse y a mantener a las comunidades a salvo de quienes han cometido delitos violentos o graves durante su estancia en el país o antes de su llegada», dijo.
En ese contexto de polarización, resulta curioso que un rabioso trumpista como el vicepresidente J.D. Vance, aun cuando sea un católico converso, haya ido a visitar al papa Francisco el domingo antes de que el Santo Padre hiciera la que sería su última aparición pública.
Donald Trump ofreció el lunes pasado, breves condolencias por el fallecimiento del Pontífice: «Era un buen hombre, trabajaba duro y amaba al mundo», dijo durante su discurso en la Carrera de Huevos de Pascua en la Casa Blanca.
El mandatario reveló a través de su red social Truth, que estará presente junto a su esposa Melania en el funeral del Papa Francisco el próximo sábado, con una declaración notoriamente ambigua: “¡Esperamos estar allí!”.
¿Quiénes somos nosotros para juzgar? (P. Francisco)