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CIUDAD DE MÉXICO, 21 de marzo de 2016.- La actividad de realizar encuestas aunque tiene fundamentos estadísticos y matemáticos se basa más en procesos lingüísticos, es decir, saber preguntar adecuadamente, sostuvo el director general de Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), Federico Berrueto.
En entrevista para las Mentes del Marketing Político, que produce el Centro de Formación en Marketing Político, el directivo señaló que si un encuestador no pregunta de la forma adecuada de nada sirve la estadística.
“Es sorprendente, pero la mayoría de las casas encuestadoras, no sólo en México sino en muchas partes del mundo, lo que dominan es la estadística cuando debería de ser la lingüística”, recalcó.
Berrueto consideró que el gran fracaso en la actualidad de las encuestas electorales reside en que se sigue preguntando de la misma forma que se hacía hace años, sin considerar que la sociedad cambió.
A manera de ejemplo, dijo que cuando un encuestador pregunta a una persona ¿por cuál candidato o partido va votar? un gran porcentaje tácitamente es reticente a compartir verazmente sus preferencias políticas.
“Es por eso que vemos que las encuestas políticas dicen una cosa, pero los votantes dicen otra”, añadió el experto.
Los cambios en la sociedad también se ven reflejados en los sesgos que se generan en las pulsaciones estadísticas, como sucede en el caso de las encuestas telefónicas en donde por cada 100 personas a quienes se les pide responder un cuestionario, un 25 por ciento rechaza hacerlo, mientras que en la encuesta en domicilio el porcentaje se eleva a un 40 por cada centenar de personas a quienes se les pide participar.
“Le haría un llamado a los jóvenes encuestadores para que busquen las formas para innovar en la industria”, insistió. De cara al proceso electoral de este año, el directivo de GCE dijo que los encuestadores se enfrentarán con una predisposición de los ciudadanos para no responder con veracidad y rechazar cualquier encuesta.
“La intención de voto ahora tiene un margen de error que no está determinado por el tamaño de la muestra sino que tiene que ver con la predisposición de la gente a no responder con veracidad,”, indicó.
Ante estos escenarios, destacó, las casas encuestadoras tendrán que cruzar datos para medir la intención de voto de manera fiable, es decir, tendrán que analizar lo que responde cada personas.
Por ejemplo, remató, si una persona dice que va votar por el PRI, pero responde de manera negativa sobre el desempeño del Presidente de la Republica, de un gobernador o edil del PRI, seguramente el encuestador no votará por ese partido aunque diga que sí.