
Donald en el País de las Maravillas
Para mi amigo Jorge Valente Nava Nava…
Y vino la Downs a sacarle las castañuelas, literalmente, del fuego al alcalde de Acapulco Evodio Velázquez Aguirre, quien se encuentra en su nivel más bajo de aceptación, de apenas dos puntos, dicen las encuestas más benévolas.
La cantante oaxaqueña le hizo el día al convocar a miles de acapulqueños la noche del martes. Una buena cantidad no pudo ingresar al Fuerte de San Diego, recinto oficial del Festival Internacional La Nao, que como Lázaro, por presiones de la sociedad civil, se levantó de su tumba cuando el alcalde perredista pretendió matarlo y sepultarlo.
A pesar de las obvias limitaciones de los funcionarios de la Dirección de Cultura municipal y la cauda de miembros de la cleptocracia familiar que rodea al alcalde de Nueva Izquierda, La Nao, maltrecha, saqueada por piratas de esta administración levantó sus velas en este viaje que concluye el próximo sábado.
La noche del martes con Lila Downs y ocho extraordinarios músicos que jugaron a la fusión de la música popular oaxaqueña y nacional, difícilmente se repetirá en las jornadas nocturnas que siguen, en una fiesta que estuvo a punto de transformarse en funeral para Velázquez Aguirre.
El problema se generó con lo que los evodistas querían combatir: la supuesta discriminación en el acceso, y demagógicamente, como siempre, terminaron mordiéndose la cola.
Segundo, la larga espera que tuvieron que hacer los viajeros VIP de esta Nao y los de segunda y de tercera, categoría con los que clasificaron al público los organizadores, antes del inicio del show.
¿Quiénes eran los VIP? Funcionarios municipales, del partido oficial, entre ellos, regidores y diputados perredistas, acompañados por sus parejas, informalmente elegantes que tuvieron acceso por la puerta principal, donde también se arremolinaron los de la categoría tres, a los que la eficiente seguridad municipal les impidió entrar.
¿Los de segunda? Amigos y familiares de los primeros, gente con influencia, como algunos miembros de la oligarquía cevichera, garrapatas de la industria turística local, cuerpo diplomático sin carrera, y lamebotas del alicaído gobierno municipal.
Estos últimos tuvieron que esperar sobre el puente de piedra y madera por el que se ingresa al Fuerte, el recinto oficial del evento.