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APAXCO, Edomex., 2 de agosto de 2025.- En un pequeño taller lleno de herramientas, láminas y piezas metálicas, don Tomás González Alvarado, de 65 años, da vida a trenes que no solo son réplicas minuciosas de locomotoras reales, sino también un legado de amor, dedicación y resiliencia.
Con manos curtidas por el tiempo y el esfuerzo, este artesano ha puesto más de tres décadas de su vida en crear trenes que llevan consigo historias de nostalgia, recuerdos y un profundo cariño por el ferrocarril.
Todo comenzó hace 35 años, cuando un accidente cambió el rumbo de su vida. “No voy a poder trabajar en otras cosas, en algo tengo que invertir mi tiempo”, recuerda don Tomás con orgullo. Antes de su percance, trabajaba como vigilante en la extinta empresa estatal, Ferrocarriles Nacionales de México (NdeM), fue ahí donde surgió su gran pasión aunque, “El amor por los trenes nació antes de que me accidentara” confiesa.
Desde niño, fueron parte de su vida, y ese cariño lo llevó a crear sus primeras máquinas con cartón y madera. Después, "las hacía con latas de aceite que solían venderse en las gasolineras de Pemex" comenta su hijo Bernardino González Pacheco, alias El Chaka, quien ahora le ayuda a terminar sus trenes a escala. Sin embargo, fue después del accidente que decidió dedicarse por completo a esta labor artística.