El fin del INE o la reforma que se asoma
El nuevo gobierno tiene una desaforada euforia por demoler cuanto antes lo bueno del pasado reciente en lugar de concentrarse en corregir lo malo.
Pasó con el nuevo aeropuerto, que para destruirlo van a gastar más que para terminarlo.
Ya subieron el impuesto por el uso de aeropuerto (TUA) para poder pagar bonos y compensaciones a los accionistas.
Comprometieron ingresos a futuro para destruir, no para construir.
Para ellos el aeropuerto internacional era demasiado grande, bonito y funcional. A eso le llaman lujo, como si México no lo mereciera y hay que convertirlo en escombros.
Estaban quitando de la Constitución la autonomía universitaria, con tal de demoler la Reforma Educativa.
Afortunadamente eso se arregló con una frase que será memorable del presidente, dicha ayer en su conferencia mañanera: “Si es necesario estamos dispuestos a que se agregue la autonomía”.
Habían quitado la autonomía universitaria del apartado VII del artículo Tercero de la Constitución.
Los organismos autónomos son una piedra en el zapato para el nuevo gobierno: están todos en la mira, y algunos sentenciados a muerte como el INEE.
Ese “invento de los neoliberales” crea contrapesos al Ejecutivo, y de lo que se trata es de concentrar el poder en una sola persona.
Pero donde han roto la barrera del decoro es en el rosario de mentiras aducidas para demoler la reforma educativa e imponer una contrarreforma.
Dicen que es una reforma de carácter “punitivo” contra los maestros porque “los corren si no pasan la evaluación”.
Mentira. Si no pasan el examen hay una segunda y una tercera oportunidad. Y entre esos tres exámenes, uno por año, tienen un programa de regularización. Si no aprueban en ninguna de esas tres oportunidades, no se les corre: se les asigna una tarea administrativa.
Dicen que con la reforma educativa no ha habido mejoramiento académico.
Otra mentira. El porcentaje de maestros evaluados con niveles de conocimiento “idóneo” pasaron de 40 por ciento en 2014 a 56 por ciento en 2018. Y los “destacados” y “buenos” aumentaron entre 2015 y 2017, de 7.9 a 15.8 por ciento, y de 40.8 a 44.2 respectivamente.
¿Por qué echan abajo una reforma que estaba funcionando y regresan al esquema clientelar de sindicatos empoderados en la educación y perdida en la calidad de la enseñanza?
Por razones ideológicas, y compromisos con sus camaradas de la CNTE que piensan igual que ellos.
Dicen que se gastó más en propaganda de la reforma educativa (dos mil millones de pesos) que en capacitación de los maestros.
Siguen mintiendo. De acuerdo con datos de la SEP que tengo a la mano, entre 2015 y 2018 se destinaron siete mil 651 millones de pesos para formación docente, a través de los programas Desarrollo Profesional Docente; Fortalecimiento de la Calidad Educativa; Nacional de Inglés; Convivencia Escolar, y Escuelas de Tiempo Completo. El presupuesto destinado a capacitación docente en este periodo fue el más alto de la historia.
Al cierre de 2017 se formaron o capacitaron 626 mil 637 maestros de educación básica, y 56 mil 573 maestros de educación media superior.
Dicen que la contrarreforma que plantean reconoce por primera vez el derecho de los niños a una educación de calidad.
Más mentiras. En la reforma de 2013 se incluyó en el artículo Tercero constitucional el concepto de educación de calidad, y este se ligó al máximo logro de aprendizaje de los alumnos.
A partir de ese cambio, la Suprema Corte de Justicia reconoció a la educación de calidad como el máximo derecho de los alumnos en el sistema educativo.
En esta contrarreforma cambian el fraseo, ponen la palabra niños y mantienen en la Constitución ese derecho otorgado en 2013, con la diferencia que ahora eliminan los instrumentos que lo harían posible.
Al derogar el Servicio Personal Docente y quitar al Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), vuelven imposible cumplirle a los niños el derecho a una educación de calidad.
Mentira tras mentira para justificar lo que en realidad están haciendo: echar abajo una reforma que apuntaba a dar a las nuevas generaciones una mejor educación, a fin de que dependan de sus habilidades y no de la generosidad del gobierno y del partido en el poder para sobrevivir.
Pura fobia ideológica.