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HALLAN DOS MUERTOS Y HERIDO ENVUELTOS EN BOLSAS DE PLASTICO
Frida Kahlo, así en cursivas, es un nombre que ha resonado en la cultura
popular occidental como una de las columnas principales del arte femenino en
México. La escribo en cursivas porque es parte del dialogo de este artículo: el
nombre reconocido como título, el nombre como Obra en donde su obra, lucha
por satisfacer las miradas contemporáneas. Para bien o para mal, la flgura de
Kahlo es un bestseller innegable, impulsó una ola comercial de enormes
dimensiones, ya probablemente igualando o superando por mucho el nombre de
Rivera, quien se dice creó parte del éxito en taquilla. Ya sea a nivel artístico o
como emblema de lucha nacional, el semblante de Frida se ha expuesto en los anaqueles de la cultura
mexicana hasta darle forma a cierta idea de estética femenina regionalista en nuestro país. Su vida incluye
participar en los movimientos obreros socialistas, también fue celebrity contemporánea, y es bien recordada
por ser pionera en la liberación sexual y expresión de género. Todos estos pasajes casi ponen de lado el
verdadero título de artista plástica y pintora, así aunque fue todas, la Obra consumió al artista.
Frida mantiene una curiosa postura ante el amor insufrible y la tragedia como tema en gran parte de sus
obras conocidas, esto la ha colocado más como un personaje idílico para la flcción, que como un punto en
específlco de la expresión artística mexicana. La revolución de la que no fue hija, aunque se considerara,
parece que llegó un siglo después con su imagen esparcida en cualquier objeto que pudiera sostener un precio,
desde un billete, hasta un lápiz de 3 por de $15. Por ello, parte de la nueva crítica enteramente mexicana, parte
de cierto desdén hacia la pintora, por considerarla un objeto mainstream de fácil consumo, una experiencia estética para miradas sin entrenamiento, o simplemente un recurso pictórico que término por agotarse. ¿Pero, es esto una crítica
artística o un posicionamiento social?
Hace ya muchos años, el Formalismo delimitó los criterios admisibles que se podían mantener al hablar
de un hecho artístico. El impacto social no fue uno de ellos para las primeras escuelas rusas. Así llegué a la
pregunta, ¿porqué en cierto ámbito artístico se tiene tan infravalorado al arte de Kahlo? Recuerdo a mi
maestra de Arte Mexicano del siglo XX, en los escasos momentos que nos tomamos para hablar de la obra en
cuestión, posicionarla dentro de la categoría naif, proveniente del francés naïf, que
signiflca ingenuo, es decir, primerizo, espontáneo o
simple. Sin categorizar a Frida dentro de estas
dimensiones, es claro que la artista no pecó de
manierista, ni darle a su obra proporciones clasicistas,
tampoco sus temas fueron los clásicos, pero la escuela
mexicana no estaba centrada en producir arte plástico en
estas categorías o con estas intenciones, entonces,
¿porqué se le reprocha de falta de técnica? Recordemos
que en ese punto de la Historia se estaban apunto de
instalar los -ismos, corrientes cuya función era
justamente romper con la realidad, o presentarla
El aborto con la novedad de un nuevo modo y esto sería así
por más de medio siglo, por lo que mencionarla fuera de técnica, ¿no seria descontextualizarla? Por otra parte,
los renombrados “tres grandes” claramente se dedicaban a la pintura en donde la percepción estética estuviera al servicio de la comunidad, el muralismo mexicano, pero algunas de sus contemporáneas como Nahui Ollín o
Cordelia Urueta, también se encontraban explorando la plástica desde espacios más individuales, surrealistas y
autoretratistas. La realidad es que en efecto, la técnica de Kahlo a niveles realistas no se propone al igual que el de sus contemporáneas,
pero, la obra no se puede catalogar con escalas éticas de realismo, ni llegar al extremo de comprar la novela
por encima de la poiesis. Mi objetivo al dar este análisis es generar un nuevo juicio crítico que rebase el
nombre, y se acaricien de nuevo las flguras y colores. Propongo tres trabajos principales para observar la
obra: El aborto, Autorretrato con mono y perico y Diego y yo, los nombres, como las flguras, son
transparentes, en el juego de la creación de Kahlo, la translucidez fue regla principal. No hubo realismo, pero
tampoco engaño. La sinceridad a menudo no es un elemento en el que se centre la crítica especializada en
técnica, pero cierta experiencia estética va de la mano con emociones a flor de piel, escapando de las
proporciones. La mexicanidad y la pérdida, la exotización de la feminidad y la lucha del individuo por
emerger como artista bajo la sombra de un hombre más grande, son elementos atemporales en la dialéctica de
Kahlo. Aun cuando el asunto en las pinceladas nos llevara a propuestas cíclicas, la traducción plástica que
ofrece la autora es variada, brillante o seca, en un crudo retablo o en un marco surreal, en forma de
diario o para el mundo, hizo de los temas generales
de la vida sus acompañantes, los hizo suyos y
encontró un sello para su obra, objetivo de cualquier
así llamado artista. Las ventanas de intimidad que
abrió Frida para nosotros, deben ser admiradas
como observadores de materia artística. Si bien nos
guste o no lo que su obra cuente y cómo lo cuente,
el hecho es que está ahí, y dice algo. El arte como
lenguaje puede ser o no de igual
manera una realidad, pero lo cierto es que
Autorretrato con mono y perico mirar su obra y no sorprenderse sería resultado de la sobreexposición al nombre, de una crítica imparcial a
prácticas sociales que bien poco tienen que ver con el trabajo
de un artista.
La insatisfacción, para aquellos que se rodean y hablan
del arte como capital, parte de la falta de compromiso por una
experiencia estética sincera, tanto abierta como íntima y
transparente. Cuando el artiflcio supera la comprensión, los
signos con los que Frida construye su prosa se pierden en el
camino de la sobrexplotación de la materia artística y el tratado
convencional por lo insaciable.
Es decir, la alta velocidad de consumo, intelectual y material no es un posicionamiento
valido para el disfrute, si nos detenemos un momento, veremos que Kahlo es una experiencia
tan válida hoy como lo ha sido siempre.