Libros de ayer y hoy
La reforma educativa aprobada ayer en comisiones de la Cámara de Diputados es prácticamente igual a la que promulgó en febrero de 2013 el presidente Peña Nieto, luego del Pacto por México entre todos los partidos.
Durante todos estos años los líderes de Morena, y en especial su candidato López Obrador, hicieron un ruido enorme contra esa “mal llamada reforma estructural”. Le prometieron el oro y el moro a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), al grado de decirle que les entregarían el control de las secretarías de educación en los estados que controlan.
La entusiasmaron con derogar la “reforma punitiva” que había nacido como producto del Pacto por México. Le dieron alas ofreciéndole que no quedaría “ni una coma” de esa transformación “privatizadora y neoliberal”. Al momento de verdad, triunfó el corazón de la reforma aprobada por todos los partidos en diciembre de 2012.
En esta ocasión le realizaron cambios semánticos a la reforma para dejar prácticamente lo mismo, afortunadamente y en beneficio del país. Morena tuvo que tragarse todas sus palabras y balandronadas contra la “mal llamada reforma estructural, punitiva, privatizadora, hecha por la mafia del poder para perpetuar su dominación”, etcétera. Sus diputados, en comisiones, votaron a favor del dictamen, salvo tres de ellos que pertenecen a la CNTE.
El problema es que, por toda su demagogia previa en contra de la reforma, la CNTE revivió en estos meses pues se ilusionó con las promesas de regresar a dominar la educación en una parte del país. Creyeron que ya no habría exámenes de admisión al magisterio y continuaría la herencia o venta de plazas.
Que podrían faltar al aula sin consecuencias y les darían el control de la nómina magisterial a los estados (que ni siquiera fue objeto de esta reforma).
En consecuencia, la CNTE, que estaba en la lona al final del sexenio anterior, pues ya se habían evaluado la mayoría de los profesores en sus áreas de influencia, ahora está en pie de guerra.
Y uno se pregunta: si iban a dejar casi tal cual la reforma del Pacto por México, ¿para qué revivieron a la CNTE?
Ahora, ese grupo síndico-gangsteril volverá a crear problemas y alteraciones en la vida normal del país. El gobierno tendrá que pagar las consecuencias de los excesos demagógicos del entonces candidato y ahora Presidente, aunque la peor parte nos la llevaremos los ciudadanos en nuestra movilidad cotidiana, los comerciantes y los escolares.
Morena presenta como gran logro distintivo de la reforma del Pacto por México, que “ahora se garantiza la estabilidad laboral de los maestros”, pues no perderán la plaza suceda lo que suceda en los exámenes.
Antes también. Si no aprobaban el examen había una segunda oportunidad, y una tercera. En caso de que en la tercera volvieran a reprobar, el maestro pasaba a realizar tareas administrativas pero no perdía la plaza. Cambia, eso sí, el hecho de que en la reforma del Pacto por México los incentivos económicos para los maestros estaban ligados a las evaluaciones.
Ahora no. Se cedió en eso. Al quitarla se elimina una evaluación que premia y mide a los maestros, como ocurre en otros países de América Latina, Estados Unidos y Canadá. El organismo que reemplaza al INEE cambia de nombre, pero no conserva autonomía. Mal punto.
Hay un riesgo al haber dejado a leyes secundarias la reglamentación del ingreso a las plazas. Por ahí podrían colarse arreglos con el sindicato.
Sin embargo, el dictamen plasma en la Constitución que el acceso de los maestros a las plazas del servicio docente se dará “mediante los mejores estándares de evaluación”.
En síntesis: es una excelente noticia que la reforma del Pacto por México haya triunfado y ratificado en los hechos que el país no podía dar marcha atrás en su avance educativo.
Ahora habrá que enfrentar la furia de la CNTE porque no se cumplieron sus expectativas de volver a controlar nóminas y plazas. Tendremos molestias y estragos causados por ese grupo síndico-gangsteril, que pudieron haberse evitado, pues ya estaban en la lona.
Pero más vale hacer frente a sus actos vandálicos que haberles entregado el futuro de los niños del país, para que cuando crezcan sean como ellos.