Teléfono rojo
La polarización política y social que vivimos en estas semanas previas a las elecciones es un juego de niños comparado con lo que se viene en caso de que López Obrador gane la presidencia.
Ayer por la mañana en el programa de Ciro Gómez Leyva, uno de los miembros más lúcidos de Morena, Germán Martínez Cázares aseveró que si los ricos tienen guaruras, por qué los pobres no podrían tener autodefensas armadas.
Así es la polarización que viene.
Martínez defendía a Nestora Salgado que formó un grupo paramilitar con el que de manera ilegal secuestraba, torturaba y pedía recompensas para liberar a las víctimas.
No hay ninguna ley que permita a las comunidades indígenas a dictar órdenes de aprehensión o violar los derechos humanos de nadie, como hizo Nestora Salgado.
De eso se trata la polarización que nos acecha: manga ancha a los usos y costumbres. Que los “pobres” se armen como se “arman los ricos” a través de guaruras.
Eso está a punto de sucedernos. Lo estamos viendo: Andrés Manuel López Obrador va a hacer senadora a una persona que, con el pretexto de “reeducar”, con las armas en la mano sometía a personas y violaba sus derechos humanos y la Constitución.
A las dos menores de edad -que bebían alcohol en la vía pública- las secuestró, las abusaron sexualmente sus pistoleros y sus padres debieron pagar una suma de dinero a la hoy candidata a senadora para liberarlas. Fue “reeducación”, dicen.
¿Reeducar? ¿Por la libre y con las armas en la mano?
¿Así van a hacer con los que consideren que necesitan reeducarse? ¿También con los disidentes? ¿Levantarlos, adoctrinarlos y luego cobrar rescate?
Los guaruras -muy desagradables algunos de ellos-, están acotados por la ley, se encuentran en un padrón, sus armas están registradas por la secretaría de la Defensa y pueden ser detenidos en caso de excesos.
En cambio, los grupos paramilitares no.
Ellos tendrán manga ancha para andar armados y “reeducarnos”. Contra los “usos y costumbres” de los pueblos no rige el Estado de Derecho, según López Obrador.
Hablamos de “usos y costumbres” con las armas en la mano. Como los “ricos” tienen escoltas, entonces los “pobres” (que les alcanza para comprar fusiles R-15 y metralletas AK-47) tienen derecho a formar sus escuadrones armados.
Lo vimos también cuando López Obrador fue Jefe de Gobierno del DF, y una turba se hizo “justicia” por propia mano al golpear y quemar vivos a tres policías federales encubiertos que indagaban narcomenudeo en Tláhuac.
Enfrente había un batallón de la policía capitalina que nunca recibió la orden de actuar para frenar la masacre contra tres servidores de la sociedad que indagaban a delincuentes.
No lo hicieron porque AMLO dijo que con los usos y costumbres de los pueblos no había que meterse.
Y murieron torturados e incinerados por la turbamulta sin que la policía, ahí presente, intercediera.
Vamos hacia la polarización prohijada desde el poder.
Si los “ricos” se defienden con guaruras, los “pobres” tienen que hacerlo con los grupos armados.
Ahí está el México que tendremos. Algunos dicen que escribir esto es “campaña del miedo”.
Claro que no, es descripción de lo que nos va a suceder, de acuerdo con lo que dicen y hacen los que van punteros en las encuestas.
Los simpatizantes de AMLO acusan a Meade de haber puesto a Nestora Salgado en el ojo del huracán, luego de mencionarla en el segundo debate presidencial.
También es mentira. Quien la puso en el escaparate público fue López Obrador al hacerla candidata a senadora por lista nacional. Tendrá escaño en la cámara alta y fuero contra los crímenes que se le imputan en tres demandas no resueltas.
Que nadie se diga engañado. Nos lo están avisando con sus acciones. Y con las palabras de sus voces más lúcidas.