
El Pueblo Decide: Una Nueva Justicia para México
Hace muchos años que no veía una situación política con tanto desconcierto. La próxima elección judicial levanta discursos diametralmente opuestos. Para el partido en el poder es la coronación de la democracia, para la oposición es la puntilla a la misma.
Una parte de nuestros políticos hace esfuerzos denodados por lograr una participación más nutrida, otra por desalentar la participación de los ciudadanos en la misma. La gente de a pie, en su gran mayoría, escucha un blablablá que no le dice nada y sigue su vida pensando que aquello no tiene la más mínima importancia. Nunca he elegido un juez. Sabe que recibir justica es algo que no depende de él y no cree que sirva de algo votar o dejar de hacerlo.
Hasta ahora, todos los teóricos de la política han defendido que la vida política se desarrolla en el ámbito público. Dicho en otras palabras, la clave para la vida política consiste en aparecer en ese ámbito. La participación es un modo de aparición, el voto en las urnas también lo es, la abstención expresada en una boleta también conlleva esa condición. Desde esa perspectiva, no encuentro modo de sostener que dejar de ir a votar sea un modo de repudiar la elección. Entre otras cosas porque es imposible determinar las motivaciones de la ausencia.
Sigo creyendo que la única manera de hacer política es visibilizando las distintas posiciones. Entiendo que alguien pueda ir a votar, que alguien pueda ir a tachar su boleta, incluso cabe que desde una tribuna pública alguien diga que no irá a votar. En cambio, no veo el modo de que un acto privado, quedarse en la casa, se convierta en una amplia protesta pública. No obstante, respeto a quienes lo ven, aunque pienso que están cayendo en el juego de la polarización y la consecuente descalificación del otro.
La polarización que estamos viviendo se parece más a la cancelación del diálogo que a la búsqueda del mismo. Cada uno de los bandos descalifica brutalmente al otro y así resulta imposible volver a tender puentes que nos permitan caminar juntos a un mejor futuro.
Hace falta una cruzada seria para volver a construir un diálogo, para volver a creer que el otro también quiere cosas buenas. No nos hace bien el maniqueísmo político, suscribirlo puede ser nuestra última profecía, puede ser por falta de interlocutores el harakiri de la democracia.