
Asesinan a chofer de pipa de gas en carretera hacia Coyotepec
La unificación de Italia, que hoy reconocemos en su presencia geográfica en la península no fue un camino sencillo y sin problemas sociales, de guerras internas y batallas entre países. La historia italiana tiene como sede el imperio romano y a la vez el difícil y cruel camino hacia el Resurgimiento en el siglo XIX: etapa que logra darle dignidad y respeto ante países como Francia, España y Alemania. En ese camino no se debe olvidar por el norte a Suiza, Austria y la antigua Yugoslavia o Albania.
El norte de Italia está lleno de múltiples culturas y lenguas y por eso le hace tan rico y bello el solo recórrerlo a través de sus trenes de turismo y autopistas actuales. Para Nicolás Maquiavelo el ver la actual Italia, a partir de las últimas décadas del siglo XIX hoy le sorprendería. Aunque como cronista de su tiempo le angustiaría la clase política y económica, que no han dejado de medrar con sus riquezas patrimoniales en todos sentidos.
La unificación de Italia y no sólo Florencia y la región de la Toscana fue la principal y más importante preocupación del florentino, en años en que es diplomático y secretario de la ciudad-museo que es Florencia. Al estudiar la vida de Nicolás Maquiavelo cada vez más da muestra que es un genio al que todo le resulta obligado conocer. Renacentista sabe que nada de lo humano le es ajeno. Es no solo un especialista de la política en la visión moderna que inaugura junto con otros pensadores de su tiempo. Solo que la pasión por la política en Maquiavelo es prueba, de que el genio cuando se compromete estudiar e investigar aquello que le importa, le lleva a encontrar verdaderas minas de oro del conocimiento y comportamiento humano.
En texto que estudio, titulado: Storia del pensiero político del investigador Marcel Prélot, editado por Oscar Studio Mondadori en agosto de 1979, leo lo siguiente: “de frente al reino de Francia ya constituido por lo menos del punto de vista intelectual, Italia se mantiene dividida, abierta a invasiones, presa de las ambiciones ajenas. La obra de Maquiavelo, del cual diré después de su significado permanente, nace de estas circunstancias”.
La vida del florentino corresponde esas vidas que sufren los avatares de la política en sus peores consecuencias. El genio que es utilizado o manipulado por los poderosos sin que tengan algún recato en hacerlo. Sabe Maquiavelo que son las reglas, para quien se atreve a meter en la panza de la ballena, ese leviatán que todo engulle con violencia incluida.
Cuenta Marcel Prélot: “Italia al norte de los estados pontificios es ahora bastante similar, por la estructura de ciudad-estado a aquella que era la Grecia y sus polis. Como Atenas, se trata de ciudades comerciales circundadas de la campaña rural que le proviene del alimento y le constituye sus mercados. La actividad política está esencialmente concentrada en la misma ciudad”.
El centralismo de la política no es fenómeno menor en el estudio de la misma y dándole el mapa geográfico, donde se decide el presente y futuro inmediato de dichas ciudades, consecuencias y guerras incluidas extendiéndose a la provincia que le rodea. Dice Prélot: “existen tres grandes ciudades-estados de primera importancia: Venecia, Milano y Florencia, y otras tres de segunda importancia: Génova, Ferrara y Bolonia”. Seis ciudades que en la actualidad si las visitamos quedamos sorprendidos de su historia, sus leyendas, sus mitos y todo el camino que han debido recorrer para ser la orgullosa nación que es Italia en el siglo XXI. Con todo y el fracaso de su clase política que desde la época de las brigadas rojas y la violencia neofascista de la ultraderecha, han dado al traste con el país que mayor patrimonio cultural cuenta en las listas de la UNESCO.
Maquiavelo, el hombre del Renacimiento en el tema de la política. El hombre de la pasión por la política que nos lega la obra del Príncipe dedicado a Lorenzo de Medicis, por entonces principal autoridad de Florencia. Su cuna y ha de ser la Plaza de la Santa Cruz su tumba, hoy le alberga con enorme orgullo. Basta con dar dos nombres sepultados en la misma: Miguel Ángel y Nicolás Maquiavelo. Florencia y la región toscana donde nace en el pueblito de Vinci un hombre que se ha de llamar Leonardo da Vinci. ¿Qué tenía en esos tiempos la comida, el clima, la naturaleza y sus hombres y mujeres para dar tamaños genios a la humanidad?...
Dice Prélot: “Maquiavelo entiende la necesidad de abandonar estas estructuras políticas cuantitativamente y cualitativamente superadas. Las ciudades son unidades insuficientes desde el punto de vista militar y demográfico. Aun con el desarrollo en el tema industrial y del comercio, son demasiado débiles económicamente. Ha llegado el momento del estado-nación. Italia puede y debe unirse”. Su visión es fundamental y renovadora. No más Milán o Génova, no más Florencia o Roma, no más fuerzas militares de Bolonia o Ferrara contra aquellas del papado que vienen desde el Vaticano en la época oscura del papa Alejandro VI.
Europa vive una crisis de existencia y espiritual. Una crisis en todos los órdenes y Nicolás Maquiavelo desde sus puestos que le distinguen hoy: diplomático, secretario, intelectual y nuevo civilista que angustia por la división que por todos lados ve en la Italia que no llega a ver como lo vemos hoy nosotros.
Escribe Prélot: “Italia solo se puede unir bajo el mando de un Príncipe y en propósito y ejemplo de sus grandes vecinos, España, Francia y además Inglaterra como ejemplo a seguir”. El florentino hace crónica de los acontecimientos políticos y los compara en el caso de Italia con los países contemporáneos; pero, también acerca ejemplos del pasado con enorme sabiduría de lo que enseña la historia.
Dice Prélot: “es necesario que sea el Príncipe o una dinastía que realice esta Unidad. Maquiavelo pone el problema en términos rigurosos: ningún Príncipe, ninguna unificación, o según un proverbio que podría ser maquiavélico, quien quiere los fines quiere los medios. El medio es el Príncipe actuando para realizar la Unidad que solo él es capaz de realizar”.
Prosigue Prélot: “la política de Maquiavelo es una política empeñada en sus fines. No es suficiente atender las acciones de el Príncipe, lanzarle angustiosos llamados de carácter platónico: es necesario incitar al Príncipe para contribuir a lograr los fines que se desean”. Un llamado al animal político que son los ciudadanos de Ciudades, así con mayúscula como las que he nombrado en este artículo, sabiendo que cada una de las seis que hablan del norte y centro de la península son por sí solas bastantes para fundar un gran país.
Roma en el centro, pero hacia el sur el sólo pensar en Nápoles, Palermo, Sicilia, y aquellas que se encuentran a un lado del mar adriático, o al sur, con el Mare Nostrum: el Mediterráneo. Cantado por Joan Manuel Serrat en nuestros tiempos; mares que resumen influencia de la Grecia vecina en historia y en cultura. Italia es un gran país y la visión de Maquiavelo es la del que no teme querer ser profeta; para señalar la grandeza de su querida Italia, tan querida a la cual le destina en su sabiduría sus mejores conocimientos y crónicas, para ser fuerte ante sus invasores de aquel tiempo.