Balazos en el pie
Morelia, Mich., 19 de enero, 2017.- Lo ocurrido en el Colegio Americano del Noreste, de Monterrey, Nuevo León, nos indica el rumbo que ha tomado México en muchos aspectos.
Es cierto que ninguna nación puede vivir aislada, pero también debemos de reflexionar que hemos tomado lo peor de la cultura estadounidense.
Vivimos momentos de auge de la tecnología, que la mayoría de las veces no se utiliza correctamente.
A decir de medios informativos, el adolescente antes de atentar contra la vida de otras personas y en contra de la suya, había advertido en redes sociales que llevaría a cabo un acto violento. La violencia está en todas partes, en los juegos de video, el cine, la tele, aunque luego los consorcios mexicanos de la televisión se den golpes de pecho.
En comunidades aisladas de Tierra Caliente de Michoacán, hemos visto en tiendas de abarrotes, las llamadas maquinitas, donde un personaje acaba con la vida de decenas de adversarios.
Ahí los niños dejaban sus monedas, aunque era visible que les hacía más falta un pan o una fruta.
Lo más grave es su realidad, observan cotidianamente hechos violentos y formas de vida ilegales.
La mayoría de las veces este tipo de niños ni siquiera termina la primaria.
Además observan en su entorno a hombres armados, con camionetas nuevas y mucho dinero. Es parte de esa cultura que ha proliferados desde hace más de dos décadas.
Tiene más de medio siglo que los gobiernos nacionales dejaron mucho qué hacer en torno a la cultura y educación.
No obstante, ha sido en las tres últimas décadas cuando salió a flote la llamada descomposición social.
Ahora exclamamos y declaramos sorprendidos, pero en la vida cotidiana observamos la violencia como algo muy natural.
De hecho hemos perdido la capacidad de asombro cuando nos hablan de más de 80 mil muertos por acciones ligadas al crimen organizado, y resalta más este tipo de hechos como el ocurrido en Monterrey, porque se trata de un niño y porque observamos como muchos medios informativos explotan, sin ninguna ética, el morbo.
A veces ni emisores ni receptores se dan cuenta de ello.