Balazos en el pie
El poder, ese oscuro objeto del deseo
Teresa Gil
En el último filme de Luis Buñuel, Ese oscuro objeto del deseo, un hombre maduro se lo juega todo, su propia estabilidad y su cordura, para obtener a una mujer. En esa desenfrenada lucha por el poder que se está expresando en el país, sectores que se crearon un proceder, un prestigio legítimo o uno rimbombante y ostentoso, se los están jugando públicamente ante una ciudadanía diversa, que toma partido en los mismos términos. Han aprovechado esos personajes la situación adversa de una pandemia, que sin embargo afecta por igual a todos los protagonistas ¿Cual sería la situación de la 4T si no hubiera aparecido en escena el Covid 19? ¿Las luchas por el poder se estarían dando de la misma manera ante un gobierno aquejado ante todo, por las demandas económicas de quienes no parecen entender la situación real? ¿A eso le apuestan los opositores, cuya situación no está tampoco muy boyante, si partimos de que su lucha es para regresar a lo que a ellos les dio estabilidad? ¿actuarían igual si no se hubiera atravesado ese virus? La verdad es que nadie avizoraba la llegada de un ser destructivo que involucró al mundo. Y ante la batahola que ha hundido a todos los países, algo que hay que reconocer, es que México sigue funcionando. Con todos los problemas que están presentes y los más graves que se avizoran, el gobierno central y las gubernaturas con sus municipios, siguen funcionando.
El objeto del deseo puede conducir a los peores extremos
Las complejidades del cineasta español Luis Buñuel, se volcaron obsesivas en su última película Ese oscuro objeto del deseo. Filmada en 1977, seis años antes de su muerte, en ese trabajo volcó su cada vez más acendrado surrealismo que lo acompañó en buena parte de su filmografía. Tomado el guión del libro del francés Pierre Louys, La femme et le pantin, una de esas singularidades es que el protagonismo femenino lo hacen dos mujeres, una española Ángela Molina y una francesa Carol Bouquet. La dos mujeres aparecen en el mismo proyecto haciendo el mismo papel de la sirvienta Conchita, como si fuera lo más natural y que avisado el público termina por entender. El protagonista Fernando Rey, en el papel de Mathieu, es un patrón maduro que se entusiasma por su empleada y se lo juega todo como los opositores mexicanos, sin importar las consecuencias. Llega a asumir el papel, que en francés se describe como pelele y que en México tiene la misma connotación. Avanza a tal extremo su pasión que hace las cosas más inverosímiles mientras la protagonista (doble) se burla y lo exacerba de muchas maneras. Un filme de esos en los que se exhiben las obsesiones enfermizas, como las que estamos viendo, por un fin determinado, el poder, el dinero, la fama. Algo que le fascinaba mezclar a Buñuel en su surrealismo, que en este caso se vierte en el sexo.
Los objetos del deseo durante el confinamiento y a donde conducen
El estar encerrados durante tanto tiempo ha llevado a millones a aficionarse por ciertos objetos, a depender de ellos y a obsesionarse por tenerlos cerca, como un especie de extensión. Es como esa infantil dependencia que tienen los niños por un juguete, los ositos por ejemplo. En medios se está promoviendo el Museo del Objeto (MODO), de manera virtual, en el que muchas personas han descrito la forma como se han relacionado con los objetos en este tiempo y como han descubierto sus diferentes utilidades. En la vida real muchos de esos objetos forman parte fundamental del ser humano como extensiones vitales incluso, en el corazón, en los ojos , en los huesos, en todo tipo de función labor y actividad. La ficción ha creado personajes a partir de materias diversas y les ha dado vida propia como a los seres vivientes. Maestro del canto infantil, Francisco Gabilondo Soler creó a La muñeca fea, y a objetos sensibles, tiernos y solidarios, que apoyan a la también material protagonista en su soledad. Abandonada por todos,”Ya no llores, le dijo el ratón”:
Te quieren la escoba y el recogedor
te quiere el plumero y el sacudidor
Te quieren la araña y el viejo veliz
También yo te quiero y te quiero feliz