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CIUDAD DE MÉXICO, 19 de febrero de 2017.- Dos noches le bastaron a Miguel Bosé para confirmar y reafirmar que en México siempre estará su música y el cariño de un país que le quiere. Escasos dos días atrás, un abarrotado Auditorio Nacional hizo de la noche una cueva romántica donde el español, como un lobo, deleitó los corazones que aguardaban su regreso a tierra azteca.
Dos noches de un lobo que volvió, fue aplaudido y hasta lanzó críticas contra Donald Trump. Y el público le dio las gracias con una ovación entera en cada canción.
Pero la cumbre llegó este domingo, afuera, donde las paredes del escenario fueron el viento sur que hasta hace un par de días derribó algunos árboles en la capital del país. Ahí, en el Zócalo, Bosé y su música contuvieron, como un muro, ese al que criticó en sus dos presentaciones previas, todo el frío que pudiera sentir su público.
El negro de su atuendo otra vez encantó a los miles de seguidores apostados en la Plaza de la Constitución desde temprana hora, para corear las canciones y hacer de su voz un solo aire.
El primer gran momento llegó cuando apareció sobre el escenario Ximena Sariñana, una de sus tantos amigos que lo acompañaron en su Unplugged.
No faltaron Nena, Sereno, Duende, Amiga, entre otros temas que el público conocía de principio a fin.
Sin dejar de lado el ambiente festivo, el cantante recordó como en sus presentaciones previas, que es un hombre de paz y reiteró su postura en contra de los muros entre países, en referencia al presidente de Estados Unidos, Donald Trump y su plan de levantar una barrera en la frontera con México.
Vibraron, cantaron y se hermanaron miles ante una sola voz en el Zócalo capitalino. Un lobo sereno en piel de noche lo hizo posible.