
Reciben Bastón de Mando ministros electos previo a su toma de protesta
La #gentrificación es la expresión inmobiliaria de las disparidades sociales, el rostro de las incapacidades del gobierno y los límites del mercado. Los nómadas y migrantes con dinero no son responsables de la #gentrificación.
Ahora tenemos una nueva tribu chilanga: los gentris. Los vecinos se refieren a ellos más con resignación que con aceptación. Son los otros, los que vienen a desplazarnos, los que además se sabe que tienen más dinero y actúan como los nuevos dueños del barrio.
Ya sea vestidos como el gringo simpático, el hippie cordial o el asiático sonriente. Nos sacan de nuestros vecindarios, nos quitan nuestras historias compartidas.
La gentrificación ya no se limita a las colonias de clase media, como Santa María la Ribera, Roma o la Condesa. Ahora Tepito, Morelos, Doctores y Anáhuac están ubicados en el centro de la Ciudad de México. No es solo cuestión de viviendas, sino también de comercios y plazas comerciales.
El gobierno de la Ciudad de México ha evidenciado sus limitaciones en términos de gobernanza, reglamentación y ejecución de la norma. De hecho, la sobrerreglamentación, las trabas burocráticas, los cientos de trámites requeridos, solamente han impulsado la corrupción y con ello la #gentrificación. Porque no se trata únicamente de vivienda: es una cuestión que involucra desarrollo, empleo, salarios, seguridad ciudadana y movilidad.
El mercado, el sector privado tiene límites; aunque el gobierno flexibilice las normas, privilegie la vivienda popular, los empresarios seguirán apostando por la #gentrificación. Los gerentes y ejecutivos de empresas toman decisiones de inversión fundamentadas en las ganancias que se esperan obtener.
Los promotores de vivienda analizan varias alternativas de inversión antes de comprometerse con la construcción, incluso si las limitaciones de zonificación son beneficiosas. Aspiran a obtener no solo ganancias positivas, sino también mayores que las de las opciones alternativas. Los constructores de casas, específicamente, no edificarán a menos que tengan razones para creer que pueden obtener beneficios de un nivel suficientemente alto; es decir, aquellos que superan la inversión inmobiliaria, la especulación o cualquier otra clase de inversión.
Si el gobierno y el mercado están limitados en cuanto a sus intereses, ¿qué podemos hacer?
Ezra Klein y Derek Thompson indican en su reciente publicación, #abundancia, que los liberales batallaron de manera noble para redistribuir lo que poseemos entre aquellos que no tienen nada, pero se olvidaron del propósito inicial de generar más para redistribuir. ¿Le resulta familiar? Como si lo hubieran redactado específicamente para #México.
En vez de propiciar el avance, los liberales están estableciendo la escasez, deteniendo al gobierno y ahogando la innovación, todo en nombre de principios progresistas, con el rostro del bienestar.
Ezra y Klein sostienen, con datos, que la crisis de vivienda no es consecuencia del aumento de personas que desean residir en determinadas ciudades. Eso es ineludible. El problema es que no construimos suficientes casas, hospitales, escuelas, centros deportivos, calles pavimentadas; no dotamos de seguridad, protección. Esto crea resentimiento social, ansiedad, violencia.
Además, nos informan que la regulación en términos de zonificación, medio ambiente y materiales prohibidos es excesiva, entre otros factores. La gentrificación es el resultado de la dificultad para crear un bienestar repartido de manera justa, gobiernos que obstaculizan y empresarios que solo se preocupan por sus propios intereses.
Hemos sido testigos de cómo se desalojan a las familias para construir nuevos hogares o negocios; hemos presenciado protestas que surgen del resentimiento social, el cual está justificado. La escasez de vivienda digna genera un descontento silencioso que provoca ansiedad por el pago del alquiler, pone en riesgo la salud mental y produce una movilidad desconcertante.. Los barrios periféricos se asemejan a dormitorios, presentan una baja productividad en el trabajo, tienen problemas con el tráfico y pocas oportunidades de educación. La vivienda abarca todo, es transversal.
La controversia no debería ser si los que vivimos en el barrio desde antes, tenemos más derecho a quedarnos allí o si aquellos con más dinero tienen la potestad de desplazarnos. No se trata de repartir la riqueza pública para reducir las disparidades. Se trata, como sugieren Ezra y Klein: producir abundancia.
@delgadillomejia