Balazos en el pie
¿Qué hay detrás de las incongruencias de López Obrador? Hasta un niño se podría dar cuenta de lo contradictorio de sus propuestas y la carga de falsedad que hay en ellas.
Así son los populistas.
En los discursos de los últimos años ha prometido retirar “de inmediato” al Ejército y la Marina de tareas de seguridad pública.
Ahora que se discute la Ley de Seguridad en el Congreso, sus partidarios se manifiestan afuera del Senado para exigir “no a la legalización de la militarización de México”.
En el programa de gobierno que presentó, y en el discurso al anunciar que se inscribe como precandidato presidencial de Morena, López Obrador planteó la formación de una Guardia Nacional, compuesta por militares, marinos y policías, bajo su mando.
Lo que está diciendo es que quiere perpetuar al Ejército y a la Marina en las calles, bajo el nombre de guardia nacional.
En la Ley de Seguridad se dispone que las Fuerzas Armadas auxilien en las tareas de seguridad en algunos estados por el plazo de un año.
Y los partidarios y legisladores de López nos dicen que eso es dar al Ejército el papel de policías, y militarizar México.
No se dan cuenta, o fingen ignorar, que su candidato presidencial propone convertir a los soldados y marinos en policías, por siempre.
López dice en su programa que se queden de manera permanente, en la Guardia Nacional, 160 mil miembros del Ejército y 55 mil miembros de la Marina.
¿Ninguno de sus seguidores le reclama eso?
Al tiempo que anuncia perpetuar a soldados y marinos en tareas de policías, propone, para terminar con la violencia, dar amnistía a los capos y sicarios que siembran el terror en México.
Con su liberación ya no habrá violencia. Supongamos que es así.
Si va a traer la paz abriendo las puertas de las cárceles a las bandas criminales, ¿para qué quiere a la Marina y al Ejército en las calles por siempre?
Nunca habla de quitarle el negocio a los narcos, sino de liberarlos mientras esa industria criminal sigue su curso.
Quiere a las fuerzas armadas vestidas de guardia nacional ¿para hacer qué, si el país se habrá pacificado con la amnistía?
Ahora hay militarización de una parte del territorio nacional por la violencia del narco que rebasa a las autoridades civiles, pero ni el Ejército ni la Marina persiguen a adversarios políticos del gobierno.
¿Para eso quiere a la guardia nacional?
De las inconsistencias en sus ofertas económicas se encargó ayer Enrique Quintana en estas páginas. Son ocurrencias de un populista que va a montar en cólera cuando se enfrente a la realidad de que no tiene dinero para cumplir sus promesas.
Va a culpar a “la mafia” de boicotearlo.
Al Banco de México de bloquearlo.
A los comunicadores de crearle un mal ambiente.
Al Congreso de atarlo de manos.
Y vendrán los actos de autoritarismo que distinguen a casi todos los populistas, hasta enfrentar al “pueblo bueno” contra “la mafia y sus achichincles”.
Le va a echar encima al “pueblo bueno” a las instituciones que no le den el gusto, o que considere culpables de que no pueda realizar lo que prometió.
Esa película la hemos visto una y cien veces en América Latina.
Ha sido consistente en anunciar que va a revertir la reforma educativa, que es la más importante para la construcción de un país menos desigual.
La va a echar abajo porque es un aliado político de la CNTE.
Grupos como ese son los que van a gobernar con López Obrador.
No nos engañemos. No es juego. Detrás de sus incongruencias subyace un peligro para las libertades y la paz social del país.
¿Nos la jugamos? En Venezuela, en 1999 dijeron que sí.