Balazos en el pie
La salud mental, ¡Si importa!
Alejandra Puente
Los especialistas suelen llamar enfermedades silenciosas a aquellos padecimientos que se gestan durante meses o años en nuestro organismo y no manifiestan síntomas evidentes o específicos.
Este año, el confinamiento debido a la COVID-19, ha destapado enfermedades silenciosas que no se les habían tomado la debida importancia como lo son la ansiedad y la depresión, así como otros trastornos mentales asociados.
Este tipo de enfermedades mentales no respetan condición social ni edad, y existen factores que pueden predisponerla, como lo es hoy el confinamiento y la pérdida de nuestros seres queridos.
Factores como la violencia, la economía y aspectos socioculturales pueden ser promotores de una mala salud mental. También el miedo, la preocupación y el estrés son respuestas normales en momentos en los que nos enfrentamos a la incertidumbre, o a lo desconocido o a situaciones de cambios o crisis. Así que es normal y comprensible que la gente experimente estos sentimientos en el contexto de la pandemia.
La COVID-19 ha traído nuevos retos en el ámbito de la salud mental al demostrar la necesidad de tener acceso al apoyo psicoemocional en todos los niveles de atención.
Los servicios de salud mental se están viendo perturbados por la COVID-19 en la mayoría de los países. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 450 millones de personas sufren algún trastorno mental.
En 2019, en México, 15 de cada 100 habitantes sufre depresión, y la cifra podría ser mayor porque algunas personas jamás han sido diagnosticadas y viven hasta 15 años sin saber que tienen esta afección, que se manifiesta por un estado anímico de nostalgia profunda, según expertos de la UNAM.
Es importante aprovechar la conciencia, generada en los últimos meses, sobre la importancia de las enfermedades mentales para generar los recursos que garanticen bienestar y resiliencia de la población, así como la prevención y el tratamiento de quien lo necesite.
Ante las nuevas y desafiantes realidades de distanciamiento físico, el trabajo desde el hogar, el desempleo temporal, la educación de los niños en el hogar y la falta de contacto físico con los seres queridos y amigos, es importante que cuidemos tanto nuestra salud física como mental.
Para afrontar esta crisis tenemos que cambiar, reemplazar el miedo por acciones personales y comunitarias, es decir cuidarnos a nosotros, porque también así cuidamos a los demás.