
La polarización Vs. Promoción de la Participación Ciudadana
Indisciplina Social ante la Pandemia
Fabiola Sierra Villegas
La exposición a un virus, y posteriormente a una enfermedad desconocidos, ha puesto sobre la mesa una reflexión acerca de la importancia del conocimiento, la prevención, la preparación y la toma de decisiones.
La pandemia causada por un nuevo coronavirus ha puesto a prueba algo más que nuestro sistema inmunológico; ha expuesto nuestros valores, nuestra ética social, nuestra disciplina y nuestra responsabilidad. Para salir adelante, debe quedarnos claro que esta batalla no la ganará el pueblo más fuerte o alguna de las potencias mundiales; el menos afectado será el pueblo más disciplinado.
Ante la situación actual en la que prevalecen los contagios como resultado del aumento de la movilidad, se requiere mayor responsabilidad y disciplina por parte de todos. Sin embargo, los mexicanos han mostrado una tendencia a no valorar los protocolos establecidos por las autoridades de salud, en parte porque los mensajes de la autoridad han sido confusos, pero también porque no hemos sido capaces de crear conciencia de la magnitud del daño que nos ha causado.
En México ha sido un reto que sus habitantes se cuiden poniendo en marcha simples acciones que hacen la diferencia, donde la higiene personal es la mejor estrategia para combatir al Covid-19:
Debemos caer en cuenta que las personas infectadas y las fallecidas, no son solo una estadística a la que nos debemos acostumbrar, significa que en muchas familias hace falta un integrante o varios.
El incumplimiento de normas no apareció con la pandemia de coronavirus. Es un hecho histórico que en nuestro país tanto ciudadanos como Gobierno, no respetan las reglas. Por lo tanto, lograr que la ciudadanía acate las normas no es tarea fácil ya que es un tema profundamente enraizado en nuestra cultura.
Hoy, no existe un estudio con cifras que demuestre que el aumento de contagios se deriva de la indisciplina social, hasta ahora es sólo un supuesto, y si uno se mete en los motivos de las personas para no acatar las normas, pueden encontrarse múltiples factores. Por ejemplo:
La comunicación del gobierno, en especial del presidente, es un factor que ha llevado a una movilidad más alta en el país. Este tipo de mensajes tiende a relajar más a la gente que a preocuparla.
El mismo Presidente minimiza la gravedad de la pandemia, ignora los protocolos de prevención e incluso ha puesto en duda su eficacia.
Sin embargo, a nivel estatal, puede observar una «diferenciación interesante»: en aquellos estados donde la comunicación del gobierno estatal es más clara, donde las acciones de prevención sanitaria y los anuncios de apoyos económicos son más consistentes, la población acata de forma más estricta las medidas que en términos generales a nivel nacional. Como principal ejemplo de una gestión exitosa destaca el estado de Yucatán.
Cuando las personas no cuentan con la seguridad de su sustento y el de su familia, en lo primero que piensan es cómo solventar esas necesidades, sin embargo, a pesar de este argumento de descargo en el contexto de los más necesitados, hemos sido incapaces de anteponer el interés general por encima del individual.
Hemos sido muy críticos por el manejo de la pandemia en México, así como con el cálculo político de diversas autoridades para sortear la crisis sanitaria. Sin embargo, es momento de hacer un alto en el camino y darnos cuenta de que, el principal factor de la tragedia mexicana que nos ubica en el penoso tercer lugar de fallecimientos de Covid 19, es nuestra irresponsabilidad social.
Todos los días, somos informados del número de contagios y las muertes diarias. Han fallecido más de 90 mil mexicanos y aún seguimos viendo la falta de conciencia para usar permanentemente el cubrebocas en espacios públicos, saturación de personas en centros comerciales, falta absoluta de sensatez para mantener distancia y, en el colmo de lo absurdo, la realización de fiestas con asistencia masiva de invitados que retan cualquier recomendación para mantenerse en casa.
Los mexicanos hemos sido notablemente solidarios ante las catástrofes de efectos inmediatos como terremotos y huracanes, pero hasta hoy estamos reprobados en el reto del coronavirus. Es momento de unir esfuerzos, de construir juntos una responsabilidad colectiva.
La incapacidad gubernamental es una parte de la explicación de la tragedia ¡claro!, pero ésta se agrava con un desdén colectivo que seguimos pagando caro.
No es demasiado tarde aún, para que la solidaridad nacional se demuestre una vez más. Hagámoslo por respeto a los más de 90 mil hogares en luto, por los médicos que no se dan abasto para atender a pacientes que pudieron evitar la enfermedad siendo más prudentes con las recomendaciones básicas, hagámoslo por nuestras familias y por un sentido elemental de disciplina al que estamos obligados para priorizar la vida.