
Del derecho de protestar al derecho de imponer
El pasado priista en el Estado de México está presente en la vida cotidiana, en las calles, en las plazas, en los nombres de calles y avenidas.
En la Ciudad de México, el gobierno de Morena decidió sepultar las placas conmemorativas de la época priista, por ejemplo, en mercados y en el metro que daban cuenta de su inauguración a manos de Gustavo Díaz Ordaz.
No comparto esta decisión, aunque repugne al artífice de la matanza de 1968.
En su momento, el Priato, reescribió a su modo la historia, eliminando lo hecho en la Intervención Francesa por el joven General Porfirio Díaz Mori, el “Héroe de la Batalla del 2 de Abril en Puebla”. Lo desapareció de los libros de historia.
En estos tiempos, en la capital del país, se llegó al extremo de quitar de su lugar la estatua de Cristóbal Colón de Paseo de la Reforma, “por lo que representaba”. Así nomás.
La historia no se puede escribir “eliminando al otro”. Se ayuda más educando y formando a las nuevas generaciones con información objetiva, no imponiendo una visión del mundo.
Las pasadas lluvias torrenciales nos recuerdan el desorden urbano que heredaron los priistas a Morena en el Estado de México; en este contexto, ya hemos hablado de los problemas de vialidad que sufren los mexiquenses que les legaron 80 años de gestión el “Grupo Atlacomulco”.
En la herencia, también está la “Estafa Maestra”, que “no se gestó sola en la entidad”, hubo cómplices.
A principios de los 2000 por primera vez en medio siglo, la oposición al PRI había logrado la mayoría en el congreso local, pero gracias a los errores del PAN y “a la astucia del tricolor”, lograron devolverle al gobernador de esa época una Cámara de Diputados mexiquense “a modo” con un grupo de legisladores independientes, ¿si no fue corrupción, ¿qué habrá sido? La democracia se cortó.
Que el Estado de México, tenga tantos problemas sociales, de seguridad, de movilidad y planeación urbana, son tan solo el resultado de sus malos gobiernos. “Niéguemelo” diría un clásico.
En la entidad, hay más de 100 calles, escuelas, colonias, avenidas, mercados, espacios públicos con los nombres de los gobernadores e integrantes del Grupo Atlacomulco y aliados, siguen vigentes, sobresale la nomenclatura “Alfredo del Mazo” con más de 45 espacios y vialidades.
No queda atrás la “Isidro Fabela”, por supuesto, las “Arturo Montiel” que tiene avenidas, explanadas, calles y libramientos; incluso su exesposa Paula Yáñez de Montiel tiene su calle en Tenango del Valle.
César Camacho Quiroz tiene escuelas primarias, secundarias, casas de cultura, incluso estadios y hospitales.
No se diga Carlos Hank González que tiene preescolares, primarias y secundarias con su nombre, sin embargo, destaca la Avenida Central.
También el exgobernador, Jorge Jiménez Cantú, aparece por todos lados, en calles y avenidas.
Lo “curioso del caso” es que estas nomenclaturas se pusieron casi todas en vida “como homenaje” a sus “buenos gobiernos” o “gestión”.
Sin embargo, no llamamos a reescribir la historia, eso ya está ahí. Mejor, reitero, hay que educar a los niños y jóvenes de lo que pasó aquí.
En Nezahualcóyotl se reconstruyó la Unidad Administrativa de la Zona Norte y ya no es “la Bola” como era conocida por su construcción geodésica.
Dejó de serla “por dejar atrás su pasado de corrupción”. Ya no hay más “Bola” en la Avenida Central, Carlos Hank González a unos metros de la Avenida Jorge Jiménez Cantú. No es sarcasmo.
En enero pasado hubo un homenaje a un exgobernador priista, estuvo la plana mayor del gobierno actual de Morena, según fue “un acto institucional”. Para muchos pasó desapercibido, para otros no tanto.
La herencia priista en el Estado de México está más vigente que nunca, parece que nuca hubo un cambio de gobierno, incluso hay quienes están muy a gusto con esto.
Hay que tener memoria, solo eso. No venganza, ni revancha “no a la eliminación del otro”, no al pensamiento único.
No se debe borrar la historia del priismo en el Estado de México, con sus luces y sombras, nos ayudan a entender el presente y construir un futuro más justo y equitativo.
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