Libros de ayer y hoy
La ceguera de PAN y PRI por disputarse el segundo lugar ha pavimentado el camino para que López Obrador llegue a la presidencia con una cómoda mayoría.
Nadie toca con fuerza el primero, sino que se sacan los ojos los que están en segundo lugar.
Es lo que reflejan hoy las encuestas, y es una catástrofe lo que hacen PRI y PAN.
AMLO se llevaría la mayoría en el Congreso federal, buena parte de las gubernaturas en disputa y la mayoría de los congresos estatales. Tendrá al estado en un puño.
Panistas y priistas están convencidos que quien llegue al primero de abril consolidado en segundo lugar le podrá ganar a AMLO, porque el candidato de Morena tiene demasiados negativos.
¿Le van a poder dar vuelta al marcador en once semanas de campaña? Difícil, muy difícil, aunque no imposible.
Si en realidad existiera el voto útil en favor de una alternativa democrática y liberal como son PRI y PAN, posiblemente a López Obrador no le alcanzaría para ganar la presidencia.
Pero es tan fuerte el encono entre priistas y anayistas, que cualquiera de los dos preferiría ver en Los Pinos a AMLO y no a su enemigo.
No hay priista que le dé un voto a Anaya ni anayista que vote por Meade. Se cerró esa posibilidad.
La pregunta es si la sociedad podrá hacer el trabajo que no han hecho los partidos.
Sí, que la ciudadanía sin partido elija al candidato que pueda derrotar a López Obrador.
Es insensato lo que han hecho los priistas y los panistas de Anaya (hay otros que están con Margarita, y no son pocos).
Resulta inaudito el proceder de Ricardo Anaya.
Se fue directo contra el priismo, sin distinción (como la hay en todos los partidos), y dinamitó con ello la posibilidad del voto útil. Los grandes cambios en el país los han hecho PRI y PAN, no Morena ni el PRD ni Movimiento Ciudadano. Anaya mandó al diablo esa alianza tácita.
Atacó con todo a Zavala, a Felipe Calderón y a los panistas emblemáticos de ese partido que vieron en su accionar un procedimiento indebido al interior de Acción Nacional.
Su nuevo pleito parece ser con el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, a quien han hecho de lado con su exigencia de detallar el convenio de integrar un gobierno de coalición.
Pleitos, pleitos y más pleitos con todos, menos con AMLO.
Del lado del PRI se han engolosinado en el pleito con Anaya y dejaron suelto a López Obrador. Eso cohesiona al priismo, sí, pero divide de manera irreconciliable a las fuerzas democráticas.
Cuando quieran alcanzar a la tortuga, ésta los va a esperar dormida en la línea de meta (porque arrancó varios años antes, por lo que quieran, pero esa es la realidad).
¿Ya vieron la encuesta de El Financiero en Guanajuato?
El candidato del Frente va a arriba por 30 puntos sobre el priista Gerardo Sánchez. Se equivocaron de candidato: era Romero Hicks.
Pero la sorpresa no está ahí, ya que se trata de un bastión panista (que le dio un volumen inesperado de votos a Peña Nieto en 2012), sino en que el candidato del PRI está empatado con la candidata de Morena: veintidós y veintiún puntos respectivamente.
¿Qué hace Morena en El Bajío? Ahí está, en segundo lugar, empatado con el PRI.
¿Creen los priistas que en once semanas de campaña van a remontar los diez o quince puntos de ventaja que les lleva AMLO?
Si la sociedad decide de una manera uniforme inclinar la balanza, es posible. Pero no hay indicios de que así vaya a ser.
El pleito por el segundo lugar le va a costar al PRI, al PAN y al país.
La ceguera de panistas y priistas puede hacer triunfar a López Obrador, un candidato que, con sus amenazas y obstinado populismo, significa un grave riesgo para la república.