Potro de acero pierde la vida tras derrapar en carril confinado del MXB1
ATIZAPÁN, Edomex., 17 de diciembre de 2017.- Nada es improvisado y menos en el discurso de José Antonio Meade -quiero pensar-. Hoy, el candidato del PRI, que no es del PRI, dejó atrás los anquilosados y radicales debates sobre Estado Laico y como cualquier ciudadano se unió al festejo de más de 110 millones de mexicanos: la Natividad de Jesucristo, el iniciador de la Iglesia Romana.
Se declaró Católico, Apostólico y Romano. Lleva una semana de candidato pero ya movió las fibras del 40 Constitucional y hoy abrió un debate de más de un siglo, que provocó tres guerras (la de Tres Años, la de Intervención y la de Revolución de 1910).
Sabe lo que hace -espero-, pasó con 10 Derecho Constitucional y se graduó de leyes por la UNAM.
Rompió con el asunto de que un candidato no puede o debe profesar religión alguna en público. Rompió el paradigma, rompió con la tradición priísta, rompió con el esquema.
Y al romper con eso, el egresado del ITAM se unió a los festejos del país que quiere gobernar, se unió a los festejos del país que quiere gobernar, que es el segundo del mundo con más cantidad de católicos, sólo después de Brasil. Renovarse o morir. Nada es casualidad, reiteró.
“Hoy muchas familias en México estarán preparándose ya para Navidad. Hoy es el tercer Domingo de Adviento, es el día de la vela rosa y la vela rosa es sinónimo de alegría”, dijo para cerrar el aspirante presidencial y lo hizo con una seguridad, como la del que conoce a fondo el tema. Quizá ni un monaguillo sepa tanto sobre eso.
Después, el cuestionamiento de este escribidor hacia el aspirante: Pepe Meade, muy católico al recordar el tercer Domingo de Adviento… A lo que rápido respondió «y Feliz Navidad».
No hay duda. Se confirmó la estrategia. El mensaje es claro, fácil y rápido: congraciarse con la inmensa mayoría de mexicanos que celebrarán Navidad. Y mandar el mensaje al Vaticano, como no hacerlo, fue secretario de Relaciones Exteriores. Sabe el alivio que una declaración así lleva a la Santa Sede.
Es más fácil hacer eso, que al contrario de su contrincante Andrés Manuel, andarse quitando los madrazos y pelándose con Anaya y Meade.
Antes, el exsecretario de Desarrollo Social del gobierno peñista, se fue por el discurso fácil, el que gana aplausos y hace quedar bien. Dijo que cero tolerancia a quien dañe a las mujeres, que hay que empoderarlas, porque sólo así el país alcanzará el desarrollo y modernidad que las nuevas generaciones requieren. Y tampoco fue casualidad, pues lo soltó ante unas 500 mujeres mexiquenses.
Y predicó con el ejemplo: su esposa, Juana, salió muy empoderada saludando a los que aguardaban y manejando el coche, un Honda del cual no pude ver modelo. Pero era austerón, andamos en campaña, así debe ser. De aquí p’al real nada debe sorprender, en Otumba para el próximo abril seguramente se subirá a un burro en su Feria Nacional.
Pero…
¿A quién le conviene un candidato ciudadano y católico?
¿Está Meade lanzando un mensaje a quienes aún aspiran y añoran una visión doctrinal en la vida política y pública del país?
¿Llegó el momento de reconocer que el clericalismo ortodoxo terminó y que hay que darle paso a una nueva visión?
¿Están dadas las condiciones para entender que una cosa es la “República Laica” y otra es la libertad que un Jefe de Estado -si es que gana Meade- tiene como todo ciudadano, para profesar la fe que le venga en gana?
Lo cierto es que Meade, abrió el debate…