
Trump derrotado en los tribunales: una oportunidad para México
Sin rodeos, fue la desesperación de una mujer de 74 años de edad la que la llevó a tomar un arma y actuar por cuenta propia. Entre los primeros días de este 2025, doña Carlota acudió a la Fiscalía del Estado de México, tocó la puerta y solicitó apoyo para castigar a quienes habrían invadido la casa de su hija.
Le sucedió lo que a la gran mayoría de ciudadanos les pasa cuando sus “asuntos” no van aceitados con dinero o no son portadores de alguna palanca. La fiscalía mexiquense es un bosque del terror, en cuyos fueros se mueve una especie de conde Drácula, José Luis Cervantes Martínez (muy cercano a el ex gobernador Eruviel Ávila,lo cual nos arroja claridad de qué grupo estamos hablando).
Doña Carlota vivió en carne propia la impotencia de ser tratada como un fantasma, solo que a sus siete décadas no agachó la cabeza y al ver que sus súplicas no irían a ninguna parte, se hizo acompañar de dos de sus hijos ,Eduardo y Mariana, apersonándose en la colonia ex hacienda de Guadalupe, en Chalco… la historia la conocimos todas las personas a través de un video que distribuyó la imagen costumbrista de la más grosera impunidad y bañada del “valemadrismo” de los invasores de ese departamento.
Doña Carlota accionó su arma e hizo saber a un país boquiabierto lo que es amar en tierra de abuelos… lo diré, ni en sus mejores escenas, doña Sara García, se había atrevido a pegarle de balazos a los abusivos.
Dos muertos y dos heridos, nos vienen a recordar lo que sucede cuando las figuras de las autoridades son inexistentes.
Las balas de doña Carlota hicieron lo que nunca se había visto, que los mullidos músculos de las autoridades policiacas se activaran, revelando que ¡sorpresa!, en el Estado de México cualquiera se mete a una casa y la ocupa sin que el fiscal se despeine.
Lo que fue denunciado por años, por medio de valientes periodistas, de pronto se hizo novedad: la existencia de una red criminal dedicada a la invasión de propiedades y extorsión a sus dueños .
Estas cucarachas invasoras no lo operan solas pues cuentan con la complicidad de notarios y de un rosario de servidores públicos. Carteles invasores que se autodenominan SINDICATOS, con penetración en más de diez municipios, detectados (ahora sí) por la fiscalía, con nombres que van desde “los 300”, “ UPREZ”, hasta los “USON”…pero son muchos más.
Ante el peso de la opinión pública tras conocerse la historia de doña Carlota (para muchos, una suerte de vengadora anónima), la fiscalía mexiquense montó un operativo denominado “restitución” ( me suena a que después del niño ahogado,”restitución “ del pozo) muy a destiempo, pero que ha servido para una sola cosa: darle la razón a doña Carlota y de paso regresarles las viviendas a los legítimos propietarios.
Señor fiscal del Estado de México: ¿en serio no tenían idea de este tipo de casos? ¿tuvo que aparecer la imagen de una mujer de 74 años jalando el gatillo para detonar su verdad legal y que su dependencia se tomara el tiempo para, maldita sea la cosa, hacer su trabajo el cual consiste en investigar las acusaciones que cualquier ciudadano pone en sus ventanillas?
No importa que hayan capturado a dos o tres notarios, que estén en la cárcel un puñado de segundones de dichos “sindicatos” como el “dos de octubre”, que estén en Chiconautla encerrados algunos servidores públicos municipales, eso no resuelve nada.
La cruda verdad detrás de este capítulo es que para la gran mayoría de ciudadanos en el Estado de México, el aparato de investigación y de aplicación de justicia representa un pesadillezco adorno, muy útil para mercar con la persecución de inocentes o salvación de criminales, pero borrada de la faz de la tierra para esas “carlotas “ representadas en aquellos que denuncian a talamontes, que acusan a células criminales relacionadas con policías municipales, que buscan a sus familiares desaparecidos y ese tan familiar etcétera de casos que simplemente no se les pega la gana voltear a ver.
Operativos como el “restitución” (brilla por su ausencia la imaginación para nombrar este tipo de acciones), no resuelven el problema toral, que es la pirámide de corrupción y complicidad que priva en prácticamente todas las arterias de la administración mexiquense, municipales o estatales, así que con mucha pena diré “restitución” era antes de las balas y el drama de doña Carlota, no después , cuando esta dama esté condenada a pasar sus últimos días en un penal. Así no.