
Sobre el militarismo
Tláloc es el mejor juez, su obra desnuda las mentiras gubernamentales en el Estado de México, Ecatepec, Coacalco, Tultitlán, Cuautitlán, Cuautitlán Izcalli, Tlalnepantla de Baz, Naucalpan, Nicolás Romero y Atizapán de Zaragoza, recibieron la dosis suficiente de agua para arrancar las máscaras de promesas, las víctimas son las y los ciudadanos, quienes naufragaron trepados en sus autos o encerrados en sus viviendas … el mundo flotante es ya una estación del clima sumado a las cuatro que conocemos: invierno, primavera, verano otoño y ahora “hidrano”.
Este apocalipsis hídrico rebasa a cualquier bocón o bocona municipal, ahoga el discurso de una gobernadora y revela que ni en la federación hay capacidad para terminar con esto, excepto llegue el tiempo en donde el mundo acuático mexiquense sea aceptado como algo que inevitablemente estará hasta el fin de los tiempos y dejará de ser un torrente de ideas para tratar de tapar la ineptitud pública.
Una combinación de indolencia, corrupción, malas decisiones públicas, asentamientos humanos en donde jamás debería haber una sola construcción, la mugre basura como producto de la inconsciencia de supuestos seres pensantes en dos patas y muchos más factores que han ido empujando año tras año a una región que, todo apunta, terminará bajo millones de metros cúbicos de agua sucia, un retrato que, aunque lo no lo aceptemos es prohijado por todos y todas.
Si creímos que esta tarea es solo de los funcionarios públicos, nos equivocamos, cierto es que de la lengua de las y los candidatos donde se reciclan las promesas sobre un futuro sin agua podrida en las recámaras, pero resulta que el papel de los ciudadanos es determinante para que el viejo sistema de drenaje colapse, pues no veo a la Maestra ni al paquidérmico Horacio arrojando sus vasos de unicel a la calle, (son malísimos gobernando, pero no ecocidas). Son, somos todos los que tradicionalmente adoptamos la vía pública como nuestro basurero personal ¿barre usted su banqueta? ¿evita tirar sus envases de refresco a la calle? ¿a dónde arroja sus colillas? ¿y las bolsas de plástico de verdad las deposita en un bote para la basura?… la hipocresía y doble moral también toca y mucho a esos “ciudadanos” que exigen buenas obras públicas, pero que optan por amontonar sus desperdicios en la esquina de la calle, para que pase el camión …y si no pasa, el agua lo hará y ya sabemos el resultado. Una tromba y a nadar en agua de excremento.
Y mire que el cambio climático no tiene muchas ganas de detenerse, son y serán las regiones en donde la mayor concentración humana se muestra en las que pronto se vivirá la catástrofe en otras dimensiones, la protección para el Estado de México son terribles, con aumentos de temperatura entre uno y dos grados para dentro de 25 años, lo que implica que las sequías serán mucho más severas, extinguiendo zonas boscosas y en contraste, los periodos de lluvias serán intensos, con niveles de concentración de agua aptos para potenciar un desastre urbano o rural .
Hoy son autos con el motor lleno de agua, ropa mojada, retrasos en el transporte o la paralización de vialidades, pero cuando el agua decida llevarse una rebanada de cerro, como ha ocurrido en Tlalnepantla, colonia Lázaro Cárdenas o los ríos de aguas negras se ensanchen para llevarse la vida de quienes estén a su paso, no habrá lugar para ir a esconderse, y aunque esto bien podría ser parte de un guion del fin del mundo, no hay nada más cercano a esta realidad si nos atenemos a el nivel de destrucción qué año tras año, con cada periodo de lluvias nos llega.
México, por sus características orográficas e hidrológicas es un candidato natural para que el cambio climático nos demuestre que es en serio su hartazgo, pero las regiones en donde se hará sentir este fenómeno son aquellas en donde el ser humano determinó invadir, aplanar, rellenar, concentrar con su presencia zonas en las que la naturaleza reinaba, la combinación de estos excesos los estamos resintiendo. Todo bajo la mirada apacible y hasta permisible de quienes dicen servir a las causas más apremiantes de la población.
Y créalo, ninguna inundación ha llevado a un funcionario a la cárcel, pues de esto participamos todas y todos.