
Elecciones y justicia social
Durante años, la industria del vapeo intentó vendernos la idea de que sus productos eran una “alternativa segura” al cigarro. Nada más falso. Los estudios revelan que el aerosol inhalado contiene nicotina altamente adictiva, metales pesados (plomo, níquel, cadmio) y sustancias cancerígenas como formaldehído, acetaldehído y nitrosaminas. No son “vapores inofensivos”, son cócteles químicos que dañan los pulmones, el corazón y el cerebro, sobre todo en los menores de 25 años, cuya estructura neurológica aún está en desarrollo.
El caso más alarmante fue el brote EVALI en Estados Unidos: más de 2,800 hospitalizados y 68 muertes por lesiones pulmonares asociadas al vapeo, muchas en jóvenes sanos. En Colombia, se reportaron 245 casos graves y 59 fallecimientos vinculados a estos dispositivos. México tampoco está exento: Cofepris encontró más de 30 sustancias tóxicas no declaradas en los líquidos para vapear, incluyendo compuestos usados en insecticidas y solventes industriales.
¿Por qué debemos prohibirlos?
1.Protección de la salud pública: No existe evidencia que justifique su venta. Estos dispositivos no ayudan a dejar de fumar, por el contrario, enganchan a nuevos consumidores. Jóvenes que nunca habían probado un cigarro terminan adictos a la nicotina gracias al marketing con sabores dulces y diseños atractivos.
2. Prevención de una epidemia juvenil: En México, los usuarios de vapeadores pasaron de 975 mil en 2019 a más de 2 millones en 2023, con mayor incidencia en jóvenes de 15 a 24 años. Si no actuamos hoy, mañana enfrentaremos una generación adicta y enferma.
3.Coherencia con políticas globales: La OMS ha sido clara: estos productos son adictivos y dañinos. Por eso 35 países ya los prohibieron, entre ellos India, Brasil, Argentina, Uruguay y ahora México, que dio un paso histórico al prohibir constitucionalmente la producción, importación y comercialización de vapeadores.
4. Evitar una crisis sanitaria y económica: Si no detenemos esta práctica, en pocos años el sistema de salud colapsará atendiendo casos de fibrosis pulmonar, EPOC prematuro y enfermedades cardiovasculares provocadas por el vapeo.
¿Quién está detrás del vapeo?
No son emprendedores inocentes: son las mismas tabacaleras transnacionales que durante décadas mintieron sobre el cigarro. Hoy controlan el mercado del vapeo con marcas como Juul Labs, British American Tobacco (Vuse) y Philip Morris (VEEV). Estas empresas han invertido millones en publicidad engañosa, ocultando los daños y orientando sus campañas a los adolescentes. No es casualidad: su negocio es la adicción, no la salud.
El consumidor no es un delincuente
En esta lucha, debemos ser claros: el enemigo es la industria, no el usuario. Quien consume vapeadores no es un criminal, es una persona con una adicción que necesita apoyo, información y tratamiento. Debemos ofrecerle programas de cesación, terapia y acompañamiento médico, no cárcel ni estigmatización. La estrategia correcta es doble: mano dura contra los fabricantes y comercializadores ilegales, mano solidaria para quienes cayeron en la adicción e información y educación a niños y jóvenes sobre el daño que los vapeadores producen a la salud.
Conclusión
Los vapeadores no son una moda inofensiva: son la puerta de entrada a una adicción costosa y mortal. México ha actuado con firmeza al prohibir su comercialización, pero falta dar el siguiente paso: educar, prevenir y rehabilitar. Esta no es solo una batalla por la salud; es una batalla por la vida de millones de jóvenes. No podemos permitir que la codicia de unas cuantas empresas ponga en riesgo el futuro de nuestra nación.
Por la salud de México, la prohibición es el único camino.