
Obras Emblemáticas de los Gobiernos
La gente necesita leer y si no es mucho pedir, reflexionar y actuar, por favor. En pleno siglo XXI, la humanidad vive una etapa de contradicciones intensas: nunca antes habíamos tenido tantos avances tecnológicos, tanta información disponible, posibilidades múltiples de comunicación global, y, sin embargo, nuestra civilización, parece cada vez más dividida, angustiada, desinformada y desorientada.
Vivimos conectados, pero solos. Las redes sociales nos permiten hablar con personas de todo el mundo, pero la calidad del diálogo ha disminuido. La velocidad y el exceso de estímulos, nos han robado tiempo para pensar, escuchar y sentir con emoción. En lugar de empatía, prevalece el egoísmo, la polarización y el odio.
Reconocemos que hay progreso científico, pero sin brújula ética. La inteligencia artificial, la evolución genética, los viajes espaciales: todo avanza, pero el ser humano, no crece al mismo ritmo en su comprensión de sí mismo. ¿De qué sirve tanto poder si no hay conciencia? ¿Qué sentido tiene conquistar planetas, si seguimos sin saber cómo convivir fraternal y sustentablemente en el nuestro?
La desigualdad es un monstruo silencioso. Los autoritarismos brotan al igual que los fascistas del siglo XXI. Mientras los menos viven rodeados de lujos y excesos, millones de personas no tienen acceso a lo básico: agua, salud, medicinas, alimento y falta de respeto a su dignidad. Las grandes potencias invierten en armas, pero no en la paz, la guerra les genera poder y utilidades inimaginables, por eso es su prioridad. El sistema económico premia la acumulación y la depredación, en tanto la desigualdad y la inhumanidad permanecen y se expanden.
Por su parte, el planeta grita. La naturaleza nos ha enviado señales claras: cambio climático, incendios, extinción de especies, pandemias, sin embargo, actuamos como si la Tierra fuera infinita, como si no fuéramos parte de ella. ¿Qué nos tiene que pasar para comprender que no hay futuro sin equilibrio con nuestro entorno?
¿Cuántas guerras hay en el mundo? Actualmente, hay más de 30 conflictos armados activos. No todos tienen la misma intensidad, pero muchos afectan gravemente a millones de personas. Entre los conflictos más prolongados está Ucrania y Rusia, una guerra de gran escala que ha desplazado a millones de personas. Israel contra Palestina (Gaza) con miles de muertos. Por si fuera poco, ahora crece la lista. Israel bombardea instalaciones militares estratégicas en Iran e Israel recibe también una buena cantidad de bombardeos, lo que desata una nueva guerra. En Sudan guerra civil, violencia étnica en Etiopía, en Yemen tremenda crisis humanitaria y muchos otros conflictos más. Las guerras siguen mostrando lo peor de la política y del uso del poder
Ciertamente, vivimos en un mundo colmado de experiencias y movimientos humanos de gran impacto para nuestras sociedades.
La discriminación deshumaniza. La migración revela un sistema global injusto. Más de 281 millones de personas viven fuera de su país de origen. La mayoría migra por razones económicas, familiares o educativas, pero cerca de 117 millones son desplazados por guerras, violencia, hambre, desastres ambientales, autoritarismos y por el deseo justo de tener una vida mejor.
Por último, necesitamos reaccionar ante un planeta herido.
Aunque desde el espacio se ve azul y brillante, la realidad es otra: los bosques se reducen, los mares se llenan de plástico, y sargazo, el aire en las grandes ciudades es casi irrespirable y el clima está fuera de control.
No es exageración: la crisis ambiental ya está aquí, y somos la primera generación que la sufre… pero también la última que puede detenerla. Estas consecuencias no son sólo «problemas de la naturaleza»: son amenazas directas a la salud, la alimentación, el agua y la supervivencia.
No todo está perdido. Hay movimientos ciudadanos que luchan por la justicia, jóvenes que alzan la voz y aportan talento y valor, comunidades que no se resignan. Personas anónimas que cada día hacen el bien sin cámaras ni aplausos.
Entonces, ¿qué pasa con la humanidad?
La pregunta ya no es sólo qué pasa con la humanidad, sino: ¿qué haremos tú y yo, con lo que está pasando?
Hay crisis, sin embargo, no son pocos los ciudadanos que viven con conciencia activa sobre lo que impacta nuestra realidad y trabajan para resolver los problemas comunes. Esto puede ser el principio de una transformación real.
La Tierra y la humanidad necesita ciudadanos despiertos, unidos y activos. Porque al final, no se trata solo de salvar el planeta y nuestra propia humanidad. Se trata de salvarnos a nosotros mismos.