
Tercera entrega de La jaula invisible.
El oriente del Estado de México, históricamente marginado y olvidado en los planes de los gobiernos del PRI, ha comenzado a recibir una atención sin precedentes. Más de 10 millones de personas habitan esta región densamente poblada, caracterizada por el crecimiento urbano desordenado, la escasez de servicios básicos y una precariedad estructural que, durante décadas, parecía inamovible. Hoy, ese paradigma comienza a cambiar.
La presidenta Claudia Sheinbaum, en coordinación con la gobernadora Delfina Gómez y los municipios implicados, ha puesto en marcha un ambicioso Plan Integral para el Oriente del Estado de México. Este programa, de dimensiones históricas, busca saldar una deuda social largamente pospuesta con los habitantes de los municipios de Ecatepec, Nezahualcóyotl, Chalco, Chimalhuacán, Ixtapaluca, Valle de Chalco, La Paz, Chicoloapan y Texcoco, entre otros.
El plan no es sólo una colección de obras públicas: es una estrategia multidimensional para recuperar la dignidad urbana y humana de la región. En materia de infraestructura básica, contempla inversiones en drenaje, agua potable, pavimentación, alumbrado público y vialidades. Obras tan elementales como urgentes para revertir el abandono en que subsisten muchas colonias populares.
En el ámbito de la vivienda, se destinan 4 mil millones de pesos para mejorar 100 mil casas y regularizar 170 mil predios, dotando así de certeza jurídica a familias que durante años han habitado en la indefinición legal. Este paso no sólo representa estabilidad patrimonial, sino también acceso a servicios formales y derechos urbanos básicos.
Otro eje esencial es la movilidad. La reordenación del transporte público y la mejora en la conectividad entre municipios buscan reducir los extenuantes tiempos de traslado, que en muchos casos superan las tres horas diarias para millones de trabajadores. Es un reclamo histórico que hoy encuentra respuesta institucional.
La seguridad también forma parte del diseño integral. Con la creación de senderos seguros y mejoramiento del alumbrado público, el plan contempla no sólo la prevención del delito, sino la recuperación del espacio público como lugar de encuentro, convivencia y confianza comunitaria.
El Plan Integral para el Oriente del Estado de México incluye una serie de iniciativas fundamentales para mejorar la infraestructura de salud en la región. Se proyecta la construcción de centros de salud ampliados en cada uno de los 10 municipios, así como hospitales especializados, como el oncológico en Ecatepec y un nuevo hospital en Zaragoza para complementar el viejo Hospital dañado en el sismo de 2017.
En Tlalnepantla, se invertirá en el hospital IMSS Bienestar Valle Ceylán, mientras que en Chicoloapan se concluirá el hospital que ha estado en obra durante muchos años. Además, Nezahualcóyotl y Chimalhuacán contarán con un hospital de 200 camas para atender a la población de la zona oriente.
La presidenta Claudia Sheinbaum también garantizó el abasto de medicamentos, asegurando que los centros de salud estarán surtidos con 180 claves básicas y que cualquier medicamento adicional podrá ser obtenido en los hospitales. Esta estrategia de salud se realiza con una inversión prevista de al menos 48 mil millones de pesos durante el actual sexenio, beneficiando a los municipios de Ecatepec, Nezahualcóyotl, Chalco, Chimalhuacán, Ixtapaluca, Valle de Chalco, La Paz, Chicoloapan, Texcoco y Tlalnepantla.
Este esfuerzo de los tres órdenes de gobierno —federal, estatal y municipal— no sólo apunta a resolver rezagos materiales. Aspira, también, a reconfigurar el imaginario del oriente mexiquense: dejar de ser periferia para convertirse en un territorio con derechos, futuro y dignidad.
Si el plan se ejecuta con transparencia, continuidad y rigor, estaremos ante uno de los proyectos sociales más transformadores del México contemporáneo. El oriente del Estado de México ya no puede esperar. Y esta vez, todo parece indicar que no tendrá que hacerlo.