
¿Por qué tantas marchas?
El fallecimiento de David Lerma “El Guadaña” (QEPD) líder de la Banda Bostik el pasado 18 de mayo, es una oportunidad para escribir de este grupo y otros rockeros mexiquenses surgidos en colonias populares y su trascendencia nacional e internacional.
El lunes 19, se le rindió homenaje en la Arena López Mateos ubicada en Tlane, que, junto al Centro Cívico de Ecatepec, son dos “templos sagrados del rock mexicano”, conocido también como rock urbano.
El también desaparecido Charlie Montana, aseguraba “que el rock es rock y nada más sin etiquetas”, este último hizo su carrera en Ciudad Nezahualcóyotl.
El “Novio de México”, militó en Vago y en Mara, después anduvo en solitario. Grande Montana. Intérprete de “Tu Mamá no me Quiere”, “El Amor Apesta” y “El Vaquero Rockanrolero”
La aportación de Neza al mundo del Rock urbano es inmensa ya que al contrario de lo que sucedía en el Valle de México con sonidos de cumbias, las tocadas en las calles eran de rock.
Es decir, había cabinas sonideras que programaban rock, el ejemplo más palpable fue el “Sonido Carita JC”, que actuaba a un lado del palacio municipal, esto en los años 90.
Pero si viajamos al otro lado del Valle de México, en sus barrios polvorientos (en aquellos años), muchos sin pavimentar, en fábricas y jacalones surgía una generación de exponentes del rock, que contradecían al “Rock en tu Idioma” que vino de España y Argentina, con letras e historias “fresas” de amor.
La tripulación la encabezaba David Lerma “El Guadaña” y su Banda Bostik, que tomó el nombre de un material adhesivo almacenado en la fábrica donde ensayaban: el Bostik. Eran de la popular colonia La Blanca de Tlanepantla.
Sus creaciones son auténticos himnos para ya varias generaciones de la Zona Metropolitana de la CDMX y de barrios periféricos de todo el país. Rompieron esquemas, gritaron y dieron voz a los jóvenes.
“Viajero”, que narra la travesía de un migrante; “Dios Salve a las Bandas” que habla de las pandillas y sus pleitos en los años 80, están instaladas en nuestra memoria colectiva.
En lo personal esta última y “Abran esa Puerta” (dedicada a los que no pueden pagar para entrar a la tocada), reflejan un momento social y crítico del México de los 80 y 90.
De igual forma, en aquellos años, en Cuautitlán Izcalli, surge otra agrupación denominada Interpuesto, que, con sus baladas rock, rompe corazones y su buena ejecución se consolida como una de las favoritas de los jóvenes de ayer y hoy.
Su “Historia de un Minuto”, cantada y silbada por trovadores callejeros en camiones y en el metro (cuando funcionaba este transporte), la colocan como una gran pieza que se canta y se seguirá cantando en el Valle de México.
“Una Rola de Amor” y “Volveré”, complementan este catálogo.
Una mención aparte, para Luis Antonio Álvarez Martínez, que creció en Tlanepantla, Estado de México, que es el líder del “Haragán y Compañía”, y que, es un cantautor muy fructífero.
Es tanta su influencia en las ciudades de México que sus piezas: “No Estoy Muerto” “Mi Muñequita Sintética” y “Él no lo mató”, se escuchan en las calles como parte del ambiente. Así de grande es.
La pareja Guadaña y Luis “Haragán” que llenó cientos de veces escenarios, se escribió de la mano de “Discos Denver” (parte esencial al principio de esta historia y de muchas rockeras más).
Me queda en el tintero Don Juan Hernández “y su banda de Blues”, de los rumbos de la Avenida Central, su versión a “El Poeta de ningún Lugar”, se escucha en todas las esquinas populares de la urbe como otras de esta generación hablando el idioma de las calles.
Las aportaciones de los rockeros mexiquenses (cronistas y poetas) va más allá de sus colonias y barrios populares, se escuchan en toda la Zona Metropolitana del Valle de México y en casi todas las zonas urbanas del país. Me atrevo a asegurar que también en los Estados Unidos por la gran cantidad de mexicanos que hay. Este movimiento seguirá porque, está más vivo que nunca.
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